El Atlético ganó y divirtió a lo grande
Partido a partido, el Atlético del Cholo ha cambiado radical y definitivamente. De aquel equipo siderúrgico, basado en el esfuerzo, la seguridad defensiva y la cabezadita de Godín en el otro lado, ha ido mutando poco a poco en un equipo gozoso de ver. Ante el Valencia hizo un juego estupendo, sobre todo en la primera parte. Fútbol rápido, de permanente vocación atacante, mezclando juego corto con largo, entradas por banda o por el centro. Todo servido con jugadores de buen pie, además de sacrificados y entusiastas. Por momentos me pareció estar viendo al primer Atlético de mi niñez, con Jones, Adelardo, Mendoza, Peiró y Collar.
Lo mueve todo, claro, Griezmann, jugador integral, del que ya se puede defender que es el mejor de la historia del club o en el peor de los casos un ‘primus inter pares’. Está por todos lados y también en el remate. De Paul y Barrios son dos interiores formidables, en especial el primero, perfectamente asentado en el equipo, con aires de liderazgo compartido con Griezmann. Por las alas, Nahuel sube bien y Lino muy requetebién. Koke mantiene la posición en el medio centro e inicia bien, y arriba estuvo esta vez Memphis, un jugador excelente pero con un serio punto débil: se viene lesionando mucho, todo un freno para su carrera.
La pregunta es por qué el Atleti falla tanto fuera, por qué lejos del Metropolitano le cuesta tanto puntuar. Eso es lo que le sacan el Madrid y el Girona, que puntúan con una seguridad envidiable fuera de casa. Lo del Madrid no sorprende, es de siempre. Lo del Girona, sí, porque dura y dura, como el conejito aquel del anuncio. Ayer ganó de una forma nueva: sin jugar bien. Sobre el engrudo de Balaídos se manejó sin la inspiración de tantos partidos preciosos que ha hecho, pero aplicó el manual del equipo grande: aprovechar el momento. Así se ganan las ligas, se dice de siempre: ganando hasta los días que no juegas bien. Ayer lo hizo.