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El Atlético empieza con buena cara

Esta primera jornada de LaLiga, dilatada en cuatro fechas, cada una con su punto de importante interés, la cerró el Atlético en casa ante el Granada con una victoria nada fácil que le permite empezar la temporada con buena cara. Nada fácil, digo, porque el Granada no lo es. Juega con orden, mostró talento para desplegarse en ciertas fases y presentó un delantero estupendo, Samu Omorodion, un melillense de origen nigeriano llamado a hacer carrera. Recién ascendido del filial, a cuyo ascenso a Primera RFEF contribuyó decisivamente, dejó tarjeta de visita con un gol y con un par de cabezazos de tronío en los que ganó a los importantes centrales atléticos.

Por su parte, Simeone presentó de salida a Azpilicueta, que entusiasmó, como no podía ser menos, lo mismo como central en línea de tres que como lateral largo, función que le correspondió en la segunda mitad; en esta entró la otra novedad, Söyüncü, un central turco que va a prender en esta afición y en este estadio, con seguridad. Tendrá que moderar ciertas liberalidades para adecuarse a lo que le exige Simeone, pero ahí veo central para tiempo. De un corte contundente suyo nació el gol que rompió el partido, el 2-1, un cañonazo de Depay para recordar. Antes había marcado Morata un gol que con tanto vaivén reglamentista por poco anulan injustamente.

Sólo dos sombras en la victoria del Atlético: la pita descomunal a João Félix cuando le citó la megafonía (ha conseguido hartar a una afición que en parte llegó a dudar entre él y Simeone), y la rápida lesión de Koke, que invita a reflexionar sobre estas pretemporadas recaudatorias y viajeras, faltas de trabajo serio. Su puesto al frente del cuadro de mandos del equipo lo ocupó con soltura el joven Barrios, un chico que prospera adecuadamente. Todo junto, fue un partido agradable de ver, más tras la tortura de la víspera. Eso sí: al Atlético le urge quitarse ese garbanzo en el zapato que es João Félix, al que ya nadie soporta aquí.