El Atleti se hace trampas en el solitario
Todavía estamos en septiembre y al Atlético ya le han sacado cuatro veces los colores sus ultras. En Burgo de Osma corearon siniestras amenazas por si el club fichaba a Cristiano; ante el Villarreal, Hermoso tuvo un incidente (hasta saltó a la grada) con un grupo que se quedó tras el partido para increpar a los suplentes en su sesión complementaria; ante el Oporto vimos una grada vacía, consecuencia de una sanción por hechos del curso anterior; y el domingo ya saben: “Eres un mono, Vinicius, eres un mono” a las puertas del campo, cántico que ha dado la vuelta al mundo dejando un sello infamante al club, a la ciudad y al país entero.
Quien con niños se acuesta, cagado se levanta. O cría cuervos y te sacarán los ojos. Tome cada cual lo que prefiera. Frente a lo que han hecho el Barça y el Madrid, con los que se quiere codear, el Atlético sigue en este aspecto en los tiempos de Mari Castaña. En un contraste tremendo frente a su moderna y resolutiva gestión en todo lo demás, con esto no se decide, no se atreve. Les contempla, les consiente, les escucha, hasta les ofrece explicaciones en días apurados. Y si pasa algo demasiado feo abre un ‘proceso informativo’ u ofrece una nota con pares y nones dejando escapatorias justificativas. Por decirlo claro, se hace trampas en el solitario.
Felizmente, el alcalde, militante atlético de vanguardia, y Pedro Sánchez, que tiene simpatías por el club, hasta donde yo sé por su afiliación estudiantil, reclamaron ayer solución. No es difícil. Todos los clubes saben quiénes son los peligrosos. Todo se graba y basta un trabajo minucioso de espigar a los atrabiliarios e irlos expulsando de uno en uno o de diez en diez para limpiar el sector en plazo razonable. El Atlético no lo hace y eso menoscaba su imagen de gran club a mayor gloria de unas cuantas docenas (o un par de centenares) de indeseables, que a cambio de poner sus cánticos y el colorido de sus banderas llenan cada poco al club de oprobio.