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El ansia de lucimiento mató a Rubiales

Terminó la sobria exhibición de la España campeona y comenzó la sobreactuación de Rubiales, que se quiso hacer notar como fuera. Extremadamente feliz por este éxito, y con motivos, porque su Federación ha nonuplicado la asignación a las selecciones femeninas y porque surfeó con éxito ‘el motín de las quince’. Así que en lugar de mantenerse en un discreto y elegante papel institucional quiso darse ferozmente a ver, pretendió ser la novia en la boda y ahora arriesga ser el muerto en el entierro. En la espiral exhibicionista no le valió sacudirse el escroto ni levantar en andas a alguna, acabó con ese pico soez a Jenni Hermoso.

No es ninguna sorpresa descubrir que a este hombre, enérgico y activo, le falta estilo. No sabe discrepar, no sabe comportarse, y de su forma de ser resulta la mejor muestra esa declaración agresiva con que quiso despachar el asunto cuatro horas después en la COPE, ya advertido de las primeras críticas (gilipolleces, ‘pringaos’, tontos del culo, idiotas…). Estaba hablando de mucha gente, de dentro y fuera de España, entre otros su ministro, que con buen juicio a esas alturas le estaba exigiendo una rectificación. Y la hubo, grabada en la escala en Doha, remolona y poco convincente. Es todo un ejercicio escuchar de manera consecutiva el desbarre en la COPE y la excusa.

Se exige su cese. Ya ha ocurrido antes por cuestiones de otro orden, pero le han sostenido dos muletas, Pedro Sánchez (hasta ayer) y Florentino. Además, la Federación es una organización privada sin subvención y él está ahí votado por una asamblea. La cuestión, mal resuelta, es que esta ‘organización privada’ tiene una alta responsabilidad como frecuente embajada del país, junto al derecho a comercializar la palabra España y a disponer libremente de los jugadores y jugadoras de los clubes, estos sí entes privados a todos los efectos. Es un problema que cualquier ignorante pueda ser mascarón de proa de una organización tan representativa.