El alboroto de Vinicius


La noche del Bernabéu fue de Vinicius. Lo necesitaba el brasileño y también el Madrid. En un equipo sin gran claridad en el plano ofensivo, a excepción de la finura interior de Güler y el cañón de Mbappé, Vinicius se ha de significar como el factor de desequilibrio que antaño fue. Y contra un Villarreal que hizo gala de su rigor táctico y profundidad de plantilla, después de la ofrenda de Marcelino a Xabi Alonso al guardarse a Mikautadze y Pépé de inicio por el esfuerzo de la Champions, se tornó en fundamental para revertir el ánimo blanco.
El Madrid se inspiró a través del alboroto de Vinicius. El equipo de Xabi volvió a no defender con la seriedad que se requiere, expuesto en algunas transiciones, y tampoco estuvo agudo cuando tenía el balón. Le faltaron juego por dentro y asociaciones rápidas y verticales, pero se abrazó a la lógica contradictoria de Vinicius. Un futbolista paradójico y determinante gracias a su desborde que se movió con gran inteligencia frente a los de Marcelino. Esperó a recibir abierto cuando la jugada lo pedía, atacó la profundidad si la ocasión lo reclamaba ante un Mouriño al que le tocó afrontar un duelo delicado.
Vinicius tampoco abandonó sus obligaciones en la presión y en el repliegue, al menos no de forma sistemática. Trabajó con asiduidad, ayudó en lo que pudo a un Carreras recortado una vez más por Xabi y facturó en el área. Con Vinicius así, todo es más fácil para el Madrid.
Posición acertada

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Cuando el balón estaba en la banda derecha, Vinicius siempre permaneció abierto en el otro perfil a la espera de poder intervenir en la jugada. No se impacientó y se aprovechó después de los espacios a su disposición. Como en el 1-0.
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