SANTIAGO SEGUROLA

Echando carreras

Cuando al Madrid le apetece olvidarse de ataduras puede ocurrir cualquier cosa, como embarrancarse ante un rival lleno de clase

Echando carreras
ISABEL INFANTES
Santiago Segurola
Actualizado a

En la jerga infantil era habitual una expresión: “Echar carreras”. A pie, con la bici, con cualquier cosa que invitara a correr sin freno y a ganar. El Real Madrid suele reservarse unos cuantos partidos donde la ortodoxia táctica cuenta menos que el afán por correr. Se lo pide el cuerpo y es un equipo con memoria. Ha ganado muchos partidos frenéticos, algunos en situaciones dramáticas, cuando la anarquía le resultaba imprescindible y los rivales se asustaban en la revolera. Cuando al Madrid le apetece correr y olvidarse de ataduras puede ocurrir cualquier cosa, como embarrancarse frente a un rival metódico y lleno de jugadores con clase. El Villarreal, en definitiva.

El encuentro estuvo presidido por tres circunstancias importantes: la contundente victoria en el Camp Nou en la semifinal de Copa, el inminente enfrentamiento con el Chelsea en la Liga de Campeones y la sensación general de Liga terminada. De este cóctel emergió una alineación peculiar. En la media, Tchouameni, Ceballos y Marco Asensio. Uno por uno, estupendos jugadores, pero juntos cuadran mal la suma.

Por primera vez aparecían en el cartel de titulares en el centro del campo. Modric, Kroos y Valverde descansaban después de exprimirse en el Camp Nou. Jugarán contra el Chelsea, no cabe duda. En la delantera, permanecieron Rodrygo, Benzema y Vinicius. La alineación indicaba una tendencia a la fractura, el 4-3-3 sobre el papel, 4-2-4 sobre la hierba. Un equipo para echar carreras.

Enfrente, el Villarreal, que se marcó un partidazo en el Bernabéu. Quique Setién llenó el campo de centrocampistas, de excelente pie todos, y dos extremos por delante: Yéremi Pino y Chukwueze. A Lo Celso le tocó volantear y vaya que sí lo hizo. Chukwueze fue la estrella del encuentro, pero el argentino resultó decisivo en el éxito del Villarreal. Nadie en el Madrid le detectó. El Villarreal se garantizó de esa manera la superioridad en el medio campo.

El desequilibrio táctico vuelve vulnerable al Madrid, como a cualquier equipo, pero no le quita peligro. Al contrario, en el frenesí se mueve como nadie, en parte porque le gusta y dispone de los jugadores adecuados para correr. Y también porque los rivales tienden a asustarse, especialmente en el Bernabéu. La imperial arrancada de Asensio, que culminó en el primer gol del encuentro, explicó el trazo del partido. Pero el Villarreal no se asustó.

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Echando carreras, el Madrid amenazó al Villarreal y marcó dos goles. Metódico y con muchos pases, el Villarreal no entró en pánico, reaccionó con criterio y se dio el gustazo de una gran actuación, algo rebajada por las fragilidades defensivas, aunque tienen explicación. Es muy complicado resistir a los delanteros del Madrid cuando aceleran. Resistir a Vinicius resulta más difícil aún.

El Villarreal rompió al Madrid por el eje y encontró a Chukwueze en estado de gracia. Poco a poco comienza a añadir criterio y precisión a su habilidad y rapidez. Le dio muy mala noche a Nacho y a todo el que pasara por allí. El Madrid siguió en lo suyo hasta el final, preso de una paradoja. Si ataca con calma, busca a Vinicius. Si entra en combustión y corre, le busca más. Vinicius para todo y en todas las circunstancias. El Madrid perdió el partido y confirmó su despedida del campeonato. Su cabeza está en otras cosas, en la Copa y en la Liga de Campeones. Quiere cuadrar números y ganar la 15ª. Es el favorito, como de costumbre. Hasta entonces, veremos alineaciones de este pelo, como sucedió el pasado año después de ganar la Liga.

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