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Dos artistas intemporales y necesarios

Frente al Getafe, el madridismo volvió a preguntarse por el momento que establece la frontera entre el cambio y la continuidad, conceptos populares en la jerga política, pero que caben con naturalidad en el fútbol. El partido fue espeso en la primera parte, sin excesos de aspereza, aunque trabado, con un gol del Getafe producido por un error de Fran García, aprovechado por Borja Mayoral. Dos chicos de la incesante cantera del Real Madrid, que desde Carvajal no acaba de estar representada con cotidianamente en el equipo titular. Por el momento, la cantera es moneda de cambio para registrar caja y afrontar con más holgura los fichajes fetén. El de Bellingham, por ejemplo. No pintaba bien la tarde para el Madrid, hasta que Kroos ingresó después del descanso.

Se advierte el interés por acreditar el cambio generacional en el campo. Lo desea el club, que en los dos últimos veranos ha gastado más de 200 millones en la contratación de Tchouameni, Camavinga y Bellingham, centrocampistas de excepcionales condiciones atléticas, buen pie y, en el caso del inglés, una prestancia incomparable. Sirve para todo y además se adorna con goles. Ya son cinco en cuatro partidos. El último contra el Getafe, cuando al partido ya no le quedaba aliento.

La inversión ha sido tan importante como las garantías que ofrece la nueva ola. Nadie duda de sus cualidades para jugar en el Real Madrid, impresión que no es nada corriente en un club que mide la categoría y el carácter de los futbolistas hasta el último milímetro. A Bellingham la han bastado cinco partidos para pasar todos los tests de fiabilidad. Es un Rolls Royce. Camavinga ha rendido magníficos servicios al equipo, especialmente como lateral izquierdo, posición a la que regresará si Fran García entra en dudas y Mendy no mejora sus discretas prestaciones. En cuanto a Tchouameni, es un jugador de detalles, con un físico impactante, zancada larga, correcto pasador y potente rematador de media distancia.

Uno por uno, a Tchouameni le distinguen la mayoría de las condiciones que destacan en los mejores medios centro. Sin embargo, no consigue agruparlas, ponerlas en orden, concretarlas en una posición que Casemiro dominó como pocos, con menos recursos que el francés. Tchouameni, Camavinga y Bellingham fueron titulares contra el Getafe. A Bellingham no se le discute, pero los otros dos no le encontraron las vueltas al partido. Ellos representan el cambio y se pretende que el futuro, pero todavía no acaban de gestionar el presente.

Kroos jugó la segunda parte. Su presencia era indispensable. Al Madrid le había faltado trazo, geometría, cadencia, la clase de necesidades que requería el equipo en un partido que se le complicaba minuto a minuto. Kroos es la aguja de marear en el Madrid, el perfecto conocedor de la geografía del campo y de las decisiones a tomar en cada momento. Kroos y Modric, que son alguien en el fútbol desde la primera década de este siglo -el centrocampista alemán jugó contra España la semifinal del Mundial de Suráfrica en 2010-, son la ciencia andante en el fútbol. Los dos cambiaron el paso al Madrid en el segundo tiempo, donde el equipo mejoró sustancialmente su rendimiento y mereció la victoria. Dio gusto ver la lección que brindaron Kroos y Modric, veteranísimos que se niegan a capitular ante a la fascinación que provoca lo joven y novedoso. Pasan los años y se discute sobre evolución y revolución, pero Kroos y Modric son tan necesarios como siempre. Son artistas intemporales.