¿Dónde hay un Benzema?
Se hace difícil pensar en una candidatura firme del Madrid a conquistar esta Champions. Ni el tres de tres en la fase de grupos ni la clasificación virtual para los octavos invitan a un optimismo rotundo. A la debilidad defensiva se añade un barullo ofensivo incluso ante rivales que ofrecen todas las facilidades del mundo como fue el Braga. Artur Jorge, que cambió su esquema habitual para supuestamente protegerse con tres centrales, colocó su línea de zagueros muy adelantada sin que el resto del bloque ejerciera una presión sustancial sobre los pasadores. Así se lo puso demasiado sencillo al Madrid, que sacó provecho de los desmarques al espacio de Vinicius y Rodrygo. Pero ante un Braga fuera de lugar, de actitud ciertamente delirante, el equipo de Ancelotti pecó de precipitación, equivocó demasiadas entregas y solo cuando Bellingham hizo de enlace entre líneas encontró la claridad.
El Madrid volvió a añorar la presencia de un delantero que aparezca en los apoyos, que dé continuidad al juego en el carril interior y que tenga presencia final en la zona de remate. Un Benzema, en definitiva. Ese jugador, por características, nunca será Joselu, que posee otras virtudes. Es por eso que se pone en duda el recorrido final del Madrid esta temporada a nivel europeo. Tampoco ayudan a ello las contradicciones que día sí y día también afloran en su aparato defensivo. No halla un cerrojo de garantías, permeable por dentro y por fuera. Es un equipo poco gremial, de discutible empaque. Los gazapos de Fran García y las concesiones dentro de su propia área obsequiaron al Braga la oportunidad de coquetear con el empate cuando nadie daba un duro. Tuvo que intervenir Ancelotti sacando a Tchouameni para reforzar el medio y colocar a Camavinga en el sector izquierdo. En un partido perfecto para la terapia colectiva se acabaron complicando los de Ancelotti, aunque la aritmética se empeña en darles la razón por ahora. La victoria es del Madrid en la Champions, pero la incertidumbre también sigue ahí.
Talante suicida
La línea adelantada del Braga fue un caramelo para los desmarques de Vinicius. En el 0-1 explota la ruptura sin que nadie le fije. Tampoco se aprieta al pasador, en este caso Nacho, que firmó un gran desplazamiento en largo.
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