Domingo de doble ascenso en Girona
La temporada futbolística nacional, que comenzó el 11 de agosto en el Windsor Park de Belfast con la Supercopa europea que perdió el Villarreal ante el Chelsea en los penaltis, expiró por fin ayer con la solución de la tercera plaza de ascenso, que se quedó el Girona con todo merecimiento. Se metió un poco por los pelos y a última hora en la fase de ascenso y llegó con ese espíritu que se comenta en el hipódromo de ‘caballo que alcanza quiere ganar’. En su galope final dejó atrás primero al Eibar y anoche al Tenerife, en ambos casos arrancando una victoria a domicilio. Toro en rodeo propio y torazo en rodeo ajeno, como Martín Fierro.
Mientras escribo imagino a Girona entera en la calle, celebrando el inaudito doblete de dos ascensos en el mismo día, el de su equipo de baloncesto que dejó atrás al Estudiantes, y el de fútbol, que dejó mudo y triste al Heliodoro Rodríguez, donde muchos no podían creer lo que estaban viendo. Nada más terminar el partido admiré la flema de su entrenador, Míchel, al recordar que en la jornada doce estaban en descenso. La directiva confió en él y ahí está el resultado: el segundo ascenso en la historia del club (el anterior no está muy lejos, fue en 2017) y el tercero en el historial del entrenador, que antes ya ascendió al Rayo y al Huesca.
Fue un partido intenso en el que casi siempre fue mejor el Girona, que movió el balón en la primera parte ante un Tenerife pasivo que lo pagó encajando un gol cerca del descanso, en un penalti quizá evitable. En la segunda parte se equivocó el Girona, que al tratar de conservar ese gol facilitó el empate. Desde el 1-2 el Girona se reencontró, con un gran Samu Saiz, y resolvió el trámite con dos nuevos goles (el primero con cierta fortuna, hay que decirlo) que dejaron las cosas en su sitio. Su marcha en LaLiga sólo le dio para ser sexto, pero su desempeño en estos partidos ha demostrado que el Girona es, con justicia, de Primera División.