Discreta en el juego y agarrada a la mística
Épica. Si hablamos de puro fútbol, no ha habido color: España ha practicado el mejor de la Eurocopa, varios cuerpos por delante de su rival en la final de Berlín. Por momentos, incluso han sido casos opuestos: el equipo de Luis de la Fuente recibía los mayores elogios por cómo entretenía a los espectadores mientras que el de Southgate se convertía en el paradigma del aburrimiento. Se diría, pues, que el favoritismo está claro, pero el conjunto británico y el periodismo que lo sigue está recurriendo a una narrativa que destaca la cantidad de veces que ha estado contra las cuerdas y ha sido capaz de levantarse, como si hubiera un destino escrito que tuviera que convertir a esta generación en la que acabara con más de medio siglo de espera desde el último título —y único— que levantaron los three lions. En octavos de final, Bellingham salvó a su equipo con un gol de chilena en el descuento que forzó la prórroga ante Eslovaquia; en cuartos, Bukayo Saka empató cuando el tanto suizo ya parecía definitivo, llegándose luego a unos penaltis que elevaron a Pickford a la categoría de héroe; en semifinales, el tanto de la victoria de Ollie Watkins llegó cuando ya todos asumíamos que los noventa minutos reglamentarios acabarían con otro empate —habría sido el quinto en seis encuentros—. Esta sucesión de balas esquivadas ha fortalecido la confianza de un equipo en el que, además, varios de sus integrantes tienen un sentimiento de revancha tras haber perdido hace tres años la final ante Italia. En lo anímico, pues, está la gran baza de Inglaterra.
Ajustes. El optimismo de los británicos también se explica porque en la semifinal frente a Países Bajos realizaron su mejor partido del torneo. Más concretamente, una gran primera parte en la que generaron mucho más en ataque de lo que venía siendo habitual, mostrándose incluso más atrevidos en la presión y sin esperar al adversario en su propio campo. Esa nueva versión inglesa duró poco, porque tras el descanso vimos a un conjunto que regresó a su conservadurismo habitual. Hay dos decisiones que Southgate ha tomado durante el torneo que han provocado que el equipo sea ahora un poco más fluido. La primera: pasar del 4-2-3-1 del inicio a un 3-4-3 en el que Bellingham y Foden actúan ambos en posiciones centradas con bastante libertad. El del Manchester City estuvo espesísimo en los primeros encuentros teniendo que partir desde la banda izquierda. Saka, en este nuevo esquema, actúa como carrilero derecho, convirtiéndose Walker en central. La segunda gran decisión ha sido haber encontrado por fin al acompañante idóneo de Declan Rice. Tras probar con Trent Alexander-Arnold y con Conor Gallagher, el panorama cambió cuando, a partir de octavos de final, fue el joven Kobbie Mainoo —diecinueve años— el que se instaló en el doble pivote. El futbolista del Manchester United posee un dinamismo, una capacidad para conducir y un criterio a la hora de entregar la pelota que le han dado un aire nuevo al juego inglés, sin lograr, claro está, transformarlo por completo. También con él ha habido fases grises.
Rendimientos. La mayor crítica que se le puede hacer a Southgate es que las figuras de su equipo han rendido todas por debajo de su fama y de lo que hacen normalmente en sus clubes. Harry Kane no ha conseguido participar demasiado en el juego, dando la sensación de ser un nueve estático al que cuesta encontrar, algo que jamás le ocurrió con la camiseta del Tottenham o con la del Bayern. Jude Bellingham, más allá de dos chispazos geniales, ha parecido cansado, incapaz de adueñarse de los partidos. Phil Foden no ha ofrecido en ningún momento esa magia con la pelota que le ha convertido esta temporada en el mejor futbolista de la Premier. De los atacantes, solo Saka ha tenido cierta continuidad a un buen nivel.
Banquillo. Ante Países Bajos, Southgate introdujo a Cole Palmer y a Watkins por Foden y Kane. Cambios de peso que le podían haber costado grandes críticas, y sin embargo le salieron bien: el del Chelsea dio la asistencia y el del Aston Villa fue el que la convirtió en el gol decisivo. Son nombres, pues, que salieron reforzados de la semifinal y que pueden tener un papel importante saliendo en la segunda parte, al igual que un Luke Shaw que, al ser zurdo natural, le da al equipo mayor profundidad por una banda izquierda que ha venido siendo propiedad de Kieran Trippier a pie cambiado.