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Curry marca época

Stephen Curry ha pasado de ser una gran estrella de la NBA a un jugador de época. Un salto ejecutado con su liderazgo en la última final, con la conducción al título de los Golden State Warriors. Es una opinión, claro. Debatible y rebatible. Pero creo, sinceramente, que a Curry le faltaba una actuación estelar como la que ha encabezado este curso frente a los rocosos Boston Celtics para poder equiparse con los grandes de su propia época, o incluso con los grandes de la historia de la liga norteamericana. Que estábamos ante un astro del planeta de la NBA, nadie lo pone en duda. Había sido dos veces designado MVP de la temporada regular, en 2015 y 2016; acumula ocho presencias en el All Star, con un MVP en el certamen del presente año; lucía tres anillos y había disputado otras dos finales antes de comparecer en la última; además de dos oros mundiales con Estados Unidos… Pero a pesar de este palmarés de ensueño, entre otros muchos logros individuales y colectivos, todavía no había sido el número uno de su equipo en una final: el líder, el jefe… el Most Valuable Player.

Curry ha sumado su cuarto anillo con los Warriors en los últimos ocho años, un dato que por sí solo resulta imponente, pero en los tres anteriores había visto cómo otros compañeros eran coronados MVP de la final: Andre Iguodala, en 2015, y Kevin Durant, otro grande de este periodo, en 2017 y 2018. Esta vez fue Steph quien se echó los partidos a la espalda en los momentos decisivos, quien lideró a los guerreros de San Francisco. No estuvo solo, obviamente. En las Finales también brillaron Klay Thompson, Draymond Green, Andrew Wiggins… Pero fueron sus actuaciones las que decantaron la serie, con especial mención a su memorable cuarto encuentro, que puso el 2-2 y frenó en seco a los Celtics, con 43 puntos, 7 triples, 10 rebotes… Números de jugador de época.