OPINIÓN

Cuando todo se reduce al verbalismo...

El equipo sale de los futbolistas, no de una idea preconcebida en la que se les mete al buen tuntún.

GLASGOW, SCOTLAND - MARCH 28: Luis de la Fuente, Head Coach of Spain, looks dejected during the UEFA EURO 2024 qualifying round group A match between Scotland and Spain at Hampden Park on March 28, 2023 in Glasgow, Scotland. (Photo by Stu Forster/Getty Images)
Stu Forster
Alfredo Relaño
Actualizado a

“No me muevo ni un centímetro de la idea que he expresado a los futbolistas (…). Me quedo con la sensación de tener claras las ideas que hemos expresado (…). Todo lo que habíamos planteado y preparado antes del partido se ha reflejado”. Eso dijo De la Fuente nada más acabar el partido. Eso y que los dos goles habían sido ‘accidentes’ de los que no hay que culpar ni a Porro ni a Carvajal. Pues qué bien. Esa pose ante la derrota me recordó, como un huevo a otro, a la de Luis Enrique, que cuando todos estábamos desolados por la eliminación del Mundial se mostró feliz porque “MIS jugadores han cumplido MI plan a la perfección”.

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Parole, parole, parole. Cuando el entrenador se refugia en verbalismo, malo, y veo una tendencia cada vez más acentuada. Quizá influencia de Menotti y Valdano, pero en sus casos el mensaje, además de mejor declamado, tenía fundamento, que diría Arguiñano, un cuándo, un dónde y un por qué ausentes en estos dos casos, que suenan a perfecta impostura lanzada en un momento inoportunísimo, cuando el país está afligido por una derrota de su Selección. Lo de ayer lo completó Rodri cuando a pregunta sobre las dudas protestó: “No empecemos ya con las dudas”. Pero cuando entre los dos partidos se ha revoleado tanto la alineación, ¿cómo evitarlas?

De la Fuente es hombre mucho mejor educado que Luis Enrique, cuyas comparecencias eran desafiantes. Pero el encargo es hacer un equipo, no abrillantar no sé qué idea. Ideas luminosas en fútbol hay de tanto en tanto y los que las tuvieron (Chapman, Sebes, Herrera, Cruyff, Sacchi, Luis Aragonés…) lo hicieron generalmente movidos por el tipo de jugadores de que disponían. El equipo sale de los futbolistas, no de una idea preconcebida en la que se les mete al buen tuntún. Encajar un grupo, digamos que de unos 8 titularísimos y 6 circulantes, eso es lo que se espera del seleccionador. Y no parece que sea eso lo que pretenda hacer.

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