No, no creo que este año la plantilla se haya hecho con la suficiente cabeza. Ni creo que fuera prudente no reforzarse en diciembre tras las lesiones de Carvajal y Militao. Y no creo, desde luego, que este Arsenal de Arteta sea el rival idóneo ante el que intentar una remontada. No creo tampoco que el juego del equipo sea ahora mismo una invitación al optimismo. Ni que el Alavés lo vaya a poner antes fácil.
Pero sí creo en algunas otras cosas. Creo que los partidos de Champions tienen un factor mental que los hace diferentes, con sus propias reglas. Creo que en el Bernabéu se escuchan los tambores de Jumanji al caer los dados. Creo en la inconsciencia consciente de Rüdiger. Creo en Antonio, mi peluquero en Chamberí 5, cuando me dice que hay que tener esperanza en el Madrid y en Melody. Creo en el exterior de Modric. Creo en el espíritu licántropo del Real Madrid en algunas noches de primavera. Creo en la capacidad de bilocación de Bellingham. Creo en saber esperar. Creo en la experiencia, en las horas de vuelo y en el poder de la repetición por encima de muchas otras cosas. Creo, más que ayer pero menos que el miércoles, en Courtois bajo palos. Creo en mantener la calma cuando los demás han perdido la cabeza, como decía Rudyard Kipling, y en la importancia de llenar un partido de noventa minutos con sentido e intención. Creo en Carlo y creo en Davide. Creo en colocar a un francotirador con dardos tranquilizantes para elefantes apostado en la cubierta retráctil por si le cae otra falta en la frontal a Declan Rice.
Creo en las noches de las que uno no espera demasiado. Creo en el cartel cursi de Ted Lasso. Creo que hay un Mbappé que no hemos visto todavía. Creo en esa jugada de Vinícius dejando pasar larga la pelota. Creo en los siete pulmones de Valverde. Creo que, cuando se van las luces, el Madrid es el mejor jugando a las tinieblas. Creo en el sentido de la oportunidad de Rodrygo. Creo que el Real Madrid, cuando juega de blanco, es una pantalla de cine sobre la que puedes proyectar cualquier escena que haya en tu cabeza, por imposible que esta pueda parecer. Creo que es una semana apropiada para las resurrecciones. Creo que, como me dijo un viejo profesor, hay que creer para comprender, y comprender para creer aún más.
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