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Reyes de la Tierra. Ver a los jugadores del Madrid subidos a una tarima entre confetis y gritando el “¡Campeones, campeones!” es un maravilloso ejercicio incluido en la rutina existencial del madridismo militante. Da igual que haya pequeñas crisis de juego, lesiones de larga duración, problemas de adaptación de sus nuevas estrellas, falta de efectivos en algunas franjas de la plantilla o desafortunadas decisiones arbitrales. El Madrid, casi como si estuviese magnetizado por una fuerza superior a la que no se puede resistir, acaba sistemáticamente levantando un trofeo tras otro. De todos los colores. Este año 2024 lo ha cerrado con un Quintete imperial: Supercopa de España, Liga, Champions, Supercopa de Europa y Copa Intercontinental. No digo que me lo superes porque no vais a poder hacerlo, pero a City, Liverpool, PSG, Juventus o Barça les digo, como mi paisano José Mota: “Iguálamelo...”. El Madrid ya tiene 9 Intercontinentales-Mundiales de Clubes. El triple que el Barça (3). Y tiene 15 Champions. El triple que el Barça. O sea, que la facturación estadística refleja que el Madrid es el triple mejor que el Barça. Hechos y no palabras.

Ancelotti canta el 15. Y en este maremágnum de premios y reconocimientos, me encanta detenerme en una figura trascendental en la historia moderna de este club inigualable. Sin darse importancia, ya es el entrenador más laureado en los 102 años de existencia del Madrid. Superar a Miguel Muñoz es algo que dejó en la cuneta a otros aspirantes ilustres: Zidane, Molowny, Del Bosque, Beenhakker... Carletto ha sido capaz en esta segunda etapa de rizar el rizo con 11 títulos consecutivos en tres años, algo descomunal. Carlomagno fue el primer emperador reconocido en gobernar en Europa Occidental tras la caída, tres siglos antes, del Imperio Romano. Pues Ancelotti ha emulado ese poderío, recogiendo la herencia de Zidane (otro mago del banquillo), que terminó su último año sin títulos y algo quemado. Ancelotti rescató al madridismo una sonrisa que alcanzó el clímax con las remontadas inolvidables de la 14 y de la 15. El genio de Reggiolo estaba emocionado en Doha cuando alzó al cielo de Qatar esa Intercontinental de oro que pesa lo suyo. Se merece todo. Este hombre ha soportado críticas infames cuando cayó en el Clásico y el Milan. Como si en una temporada de 11 meses no pudiese haber altibajos. Pero él nunca se rindió y reactivo a su tropa de élite, que ahora va a por el SEPTETE. Lo pongo en mayúsculas para que el personal entienda la grandeza de este reto colosal. De momento, van dos de dos. Y en enero puede caer el tercero en la Supercopa de España, que volverá a disputarse en Arabia Saudí. Conociendo a Carletto, no descarten que regrese con otra copa...

El The Best. Vinicius, a lo suyo. Este martes recogió el The Best y ahora el trofeo que le acredita como el mejor de la final. Su jugada de Walt Disney del 1-0 ya le daba para todos esos reconocimientos. Su regate ronaldiano al portero fue una delicatessen. Y generoso, porque habilitó a Mbappé para que Kylian siga ganando títulos europeos metiendo goles en todas las finales. Y no olviden el golazo de Rodrygo, que ya está en su ‘prime’ como demostró en Vallecas y ante el entusiasta Pachuca mexicano. El cuarto beatle, Bellingham, también dejó su sello en los goles. Con un cuarteto de este calibre todo es posible. Qué gozada.

Ya van 106 títulos. Nadie tiene más. Y solo en el Siglo XXI han caído 40 títulos, lo que confirma que este club es inmortal. Ganamos la primera Intercontinental que se jugó (en 1960 ante el Peñarol) y hemos conquistado la última (ante el Pachuca mexicano). El Madrid cierra el círculo de la excelencia. Reyes del Mundo.

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