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Canales, todo al 16

Sergio Canales es, por encima de cualquiera otra consideración, un tipo normal. Antes que jugador es una buena persona, con unos valores muy marcados inculcados desde pequeño por su familia, que siempre ha sabido llevar por el buen camino a un valor en potencia que desde pequeño siempre había sobresalido por encima del resto de niños de su generación. Solo de esa manera se puede entender que haya sobrevivido a los tsunamis que han ido ocurriendo en su vida futbolística.

Destacar tanto y tan pronto en su Santander natal con su querido Racing, fichar por todo un Real Madrid siendo juvenil, convertirse en una estrella, debutar con la Selección… y lesionarse de gravedad. No una, ni dos… tres veces se ha roto la rodilla el bueno de Sergio. Eso no hay quien lo aguante y parece hasta una quimera que puedas volver al más alto nivel. Pero Canales no solo regresó, sino que lo hizo con más fuerza cada vez. Recuerdo su llegada a la Real Sociedad, tras su paso por el Valencia. Venía precedido por el prestigio que se había ganado a pulso de sus primeros años, porque su trayectoria parecía encallada en la capital del Turia. El caso es que a mí me hizo mucha ilusión. Tanta como rabia sentí cuando se marchó al Betis, que sí disfrutó de una gran versión de Canales, cuando fue en Zubieta donde se machacó recuperándose de su última grave lesión de rodilla.

Nunca entendí cómo la Real Sociedad no apostó más por Canales, porque apuntaba a ver a ser el gran Canales de sus inicios, como se pudo ver en Sevilla. Pero entre ponte bien y estate quieto, cuando quisieron renovarle, ya había dado su palabra a Quique Setién. Y Canales es una persona de palabra. Y eso le define. Habla muy bien de él. Que coincidiera todo con el despido de Loren y Eusebio, y la llegada de Olabe tampoco ayudó. Para mi fue un error muy grave. Aquel 16 de la Real estaba para hacer historia en San Sebastián, donde era feliz con su familia, hasta el punto de que sigue teniendo casa en la capital gipuzkoana.

Tuve la fortuna de conocer a su mujer, Cristina Llorens, que trabajó con nosotros en Radio San Sebastián. Tenía poderío en antena, y me hubiera gustado que siguiera desarrollando su carrera en las ondas. Pero ella apostó por ser su mejor compañera y ayudarle en su carrera, y ahí entendí, como con sus padres, la importancia de la gente que te acompaña en el camino. Sergio tiene mucha suerte, y lo sabe. Por eso es tan familiar. Es una jugador alejado del prototipo de hoy en día, prefiere pasar desapercibido a llamar la atención. Para eso está el césped.

Cristina le ayuda con uno de los pasos más importantes que ha dado en su vida: el cambio de dieta, confiándolo todo en la nutricionista Itziar González y lo que llama la nutrición nuclear. Me contó una vez que Sergio es tan metódico y meticuloso que no le hacia falta decirle qué ingredientes mezclar para su dieta, y que le llamaba para saber qué era lo mejor para cada momento. Aquello le cambió su vida hasta el punto de que se redujeron sus lesiones y aumentó exponencialmente su rendimiento físico. Solo alguien con la capacidad de sacrificio de Canales puede aguantar esa dieta, porque, honestamente, sabe a rayos. Pero es que hasta Cristina y sus hijos la hacen, porque creen firmemente en ello. Supongo que en eso consiste su historia: en creer ciegamente, en lo que hace, tanto en su vida persona como en su carrera.

Solamente así se puede entender la decisión de cambiar el Betis por el fútbol mexicano. Siempre con su familia, su pilar indispensable, sin el que Sergio no sería el mismo. En la Real lucía con orgullo el 16, y solía poner en sus redes “Todo al 16″. Me encantaba. Y pienso en las malditas lesiones, que nos han privado de un jugador realmente de leyenda. Aunque aun así, Canales es mucho Canales. Y a pesar de que no lleve ese número en los Rayados de Monterey, yo lo tengo muy claro… siempre, todo al 16… de Sergio Canales.

PD: Nunca lo he contado, pero estando en la Real Sociedad, mis hijos tenían que elegir número para jugar en deporte escolar, y los dos eligieron el 16… porque era el dorsal de Sergio Canales con la txuri-urdin. Cuando se lo conté, recuerdo su expresión de sorpresa y orgullo. Nada impostado. Agradecido. Vuelvo al principio. Por encima de todo, Sergio es un buen tío. ¿Ahora lo entienden?

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