Brasil vuelve, España fracasa
Brasil ha vuelto al trono del fútbol sala. Doce años después de su última corona, la Canarinha ha regresado a una final del Mundial para conquistar su sexto título. Lo hizo frente a Argentina, la campeona de 2016, en un partido de enorme tradición en el fútbol padre, pero sin tantas raíces en esta disciplina bajo techo que los albicelestes llaman ‘baby fútbol’. El Clásico del futsal no es el Brasil-Argentina, sino el Brasil-España. Aunque quizá haya que utilizar ya el tiempo pasado: lo fue. En las siete primeras ediciones del Campeonato, brasileños y españoles se repartieron los trofeos: 5-2 a favor del país sudamericano. Y protagonizaron cuatro de las siete finales en duelos directos. La última se disputó en 2012, con derrota de La Roja por penaltis. ¡Qué tiempos aquellos! Fue el último destello rojigualda en el Mundial, aunque en la Eurocopa sí hubo un oro en 2016 y una plata en 2018.
Brasil ha tardado en retornar a la cúspide, y lo ha logrado precisamente ante el país que rompió la tendencia, Argentina. La Selección ni ha vuelto, ni se la espera. Sus dos eliminaciones en cuartos en las dos ediciones anteriores ya supusieron un receso respecto a su historia, aunque cabe el consuelo de que sucumbió ante oponentes de peso como Rusia y Portugal. Sin embargo, su batacazo del presente año en octavos ante Venezuela, un rival de menor entidad, es la peor clasificación de siempre y solo puede etiquetarse con la palabra ‘fracaso’, por muy fuerte que suene en cualquier actividad deportiva. Obviamente, Fede Vidal no va a seguir al frente. Sus prestaciones como seleccionador están muy lejos de las ofrecidas por Javier Lozano, el genio que coronó dos veces a España, y de José Venancio López, que mantuvo a la Selección en la élite sin llegar a cantar el alirón mundial. Aquella época dorada se otea remota. Brasil sí ha sido capaz de volver, pero España se ha hundido un poco más. Esperemos que haya tocado fondo.