Brasil lleva a Pelé por bandera
Terminó el partido y la ‘verdeamarelha’ exhibió una gran pancarta con la palabra mágica: PELÉ. Para él fue la victoria, por él empezó todo. Cuentan que el día del Maracanazo, cuando su padre, Dondinho, futbolista destruido por una lesión, lloraba junto a la radio, él le dijo: “No te preocupes, papá, yo ganaré el Mundial para Brasil”. A saber si fue así, pero ‘si non è vero, è ben trovato’, como dicen los italianos. El caso es que aquel que entonces era un niño de 9 años consiguió con 17 compensar a su padre y a todo el país de aquel desastre, una derrota futbolística que por mucho que extrañe alcanzó en su momento categoría de trauma nacional.
PELÉ, ponía la pancarta. Durante media hora Brasil jugó como merece Pelé, que tememos esté viviendo sus últimas horas. Volvió Neymar, recuperado su tobillo maltrecho, pero tuve la impresión, o lo pretendo, de que su ausencia ha servido para que otros se hayan liberado de la pleitesía excesiva hacia él que se notó el primer día. En especial Vinicius, al que entonces vi más encogido de lo que juega en el Madrid, no sé si por la proximidad de Neymar o porque defender la camiseta de su país le provoca una responsabilidad especial. Ayer le vi sereno. Marcó el primero y dio el cuarto, luciendo su cada vez más conseguido sentido de la pausa.
En fin, que Brasil está ahí, con su cartel de favorito, con sus goles brasileños y con Pelé como referente motivador por si le hiciera falta algo más de lo que tiene. Hoy por hoy y dado el designio de los cruces, los pronósticos apuntan a una final Francia-Brasil que no sé si se dará, pero que visto lo visto hasta hoy es el partido más apetecible de ver. Pero es hablar por hablar. De momento, lo que tenemos por delante es el partido de esta tarde entre España y Marruecos, al que llegamos después de ese tratamiento de sauna finlandesa al que nos ha sometido hasta ahora la tropilla de Luis Enrique y que nos ha dejado sin saber a qué atenernos. A ver si hoy…