Brahim busca su sitio
Brahim es lo que se conoce como un tipo ‘chill’ y no usa los micrófonos para ajustar cuentas.

Si hay un jugador en la plantilla del Real Madrid que podría considerarse infravalorado, ese es Brahim Díaz. Hay un detalle que juega en su contra: sonríe. Y esto, salvo que seas brasileño, nunca gusta demasiado. Te convierte de inmediato en persona sospechosa. El manual nos dice que los futbolistas “implicados” son los que protestan, los jóvenes airados, los que piden más minutos, los que se rebelan con rostro tenso. Brahim no es así. Si no juega, calla. Si le ponen de extremo izquierdo, perfecto. ¿Mediapunta? Encantado. ¿Extremo derecho? Oído cocina. Y juega como celebra sus goles: encogiéndose de hombros, con esa sonrisa de quien sabe un chiste que no piensa contar. Se confunde su capacidad de adaptación con conformismo; su calma, con indiferencia.
Es lo que se conoce como un tipo chill. No usa los micrófonos para ajustar cuentas. No manda mensajes envenenados entre líneas. No reclama una mayor atención ni una posición determinada en el campo. No se filtran supuestos intereses de otros clubes.
Y, sin embargo, da la impresión de que Brahim no termina de encontrar su lugar. Que es un jugador de ratos, de chispazos. Un ave que está de paso.
El hecho de que optara por jugar con Marruecos antes que con la Selección española tampoco le ha favorecido en eso que ahora llaman su ‘marca personal’. Una decisión meditada (y alimentada por cierta indiferencia de Luis de la Fuente) que, desde luego, no le ha dado más popularidad. A Ancelotti, por su parte, daba la impresión de que le gustaba, pero no le emocionaba. Estaba un par de peldaños por debajo en el escalafón, pese a merecer otro trato. Hasta lo llegó a decir en alguna ocasión: “No pasa nada por decir que he sido injusto con Brahim”.
Todavía está lejos de ser un jugador redondo. A veces le cuesta levantar la cabeza y sufre lapsos de concentración como ese malentendido con Modric que costó la Copa del Rey. Pero esto, lejos de ser un problema, es un verdadero incentivo para el jugador y para un entrenador como Xabi Alonso. Jugadores talentosos, con margen de mejora y que no se creen la última Coca-Cola en el desierto son una bicoca para cualquier técnico.
Hay tres futbolistas de los que el madridismo espera un paso adelante sustancial (casi una reinvención) en esta temporada: Arda Güler, Tchouameni y Brahim.
En los años 90 hubo una serie de televisión que se llamaba Raquel busca su sitio. Siempre me pareció un título evocador: esa sensación que a todos nos asalta cuando andamos un poco perdidos, tratando de encontrar nuestro lugar. No sé qué anda buscando Brahim esta temporada, pero ojalá lo pueda encontrar. Y, mejor aún, que los demás encuentren a Brahim.
Noticias relacionadas

Atrápame si puedes
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp.
¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí





Rellene su nombre y apellidos para comentar