Bernardo Silva es el ‘antifutbolista’
Dominio. La exhibición del City ante el Madrid puede venir acompañada del título en la Premier este fin de semana. Le esperan después la final de la FA Cup y la de la Champions. El triplete es posible. Guardiola ha creado un equipo de época con jugadores cincelados a su estilo. Por eso no se entiende que constantemente aparezca en el mercado el nombre de futbolistas como Bernardo Silva o Gündogan. Dos titularísimos. Dos piezas sobresalientes. Dos estrellas que en ninguna otra circunstancia serían accesibles.
Ilusión. ¿Cómo es posible que en Mánchester no sepan si dos jugadores de semejante calado van a continuar en el proyecto? O mejor dicho: ¿cómo es posible que clubes sin dinero o sin rumbo como Barça y PSG se vean capacitados para ficharlos? Muchas cosas deben pasar por sus cabezas para ver algo positivo en dejar el mejor equipo del mundo, en el que además son indiscutibles, para irse a otros a bucear entre interrogantes. Guardiola poco más puede hacer por convencerles.
Bohemio. El mejor ejemplo es Bernardo Silva. Hizo un partido discreto en el Bernabéu y uno descomunal en el Etihad. Pep creyó en él y él creyó en Pep. Dicen del portugués que es el antifutbolista, un bohemio con un don para el fútbol y una varita mágica por pierna izquierda. “En el vestuario me llaman abuelo por cómo visto”, llegó a confesar él mismo. Cierto, no lleva ropa llamativa ni cadenas de oro, no destaca fuera del campo ni es un icono publicitario. Sin embargo, es un jugador colosal que el City disfruta y los demás sueñan con tener. Soñar es gratis, está claro.
Show. Esta semana la FIFA anunció a bombo y platillo en Los Ángeles el logo del Mundial 2026. La creación es bastante simple: una copa del mundo y de fondo un 2026. Así. A lo loco. Mucho más se ha esmerado la FIFA en crear del evento un show como el que montó cuando anunció en su día las 16 ciudades sedes. Es EE UU y eso implica fiesta. Lo sabe Infantino. Lo saben las televisiones que están detrás de tanto espectáculo.
Hoy descubrimos a… Eduardo Bove (2002). Ser joven y coincidir con Mourinho no es fácil, salvo que enseguida uno se transforme en soldado del portugués. Eso ha hecho este mediocentro menudo y trabajador, polivalente hasta tal punto de que el técnico le ha usado también como carrilero derecho. El Sevilla lo tendrá enfrente en la final de la Europa League. En la semifinal, ante el Leverkusen, ya tuvo un papel clave: gol en la ida y trabajo impagable en la vuelta.