Bellingham, Vinicius, Mbappé y sus selecciones
Pasó la ventana FIFA y los jugadores vuelven a sus clubes. El fútbol es un deporte con dos ámbitos de desarrollo, clubes y selecciones. Para el aficionado no es problema dispersar su atención entre esas dos versiones, que se alternan en el calendario. Para el futbolista es otra cosa: un cambio de jefe, de compañeros, a veces de estatus individual o de equipo. Y con frecuencia, un viaje lejano, no siempre oportuno, a veces saltando varios husos horarios, en ocasiones incluso con cambio de estación climática. Y pasan de jugar para la afición de cada día a hacerlo para todo su país, con el peso del himno sobre los hombros.
Pensaba esto al contemplar esta ventana FIFA con los ojos de las estrellas del Madrid. Para Bellingham ha sido una bendición. Estos meses no estaban siendo buenos para él, sino incluso malos en comparación con su brillante arranque del curso pasado. Con la salida de Kroos y la llegada de Mbappé no encuentra el sitio. Sin embargo, en Inglaterra ha vuelto a sentirse él, a jugar suelto, consciente de su papel. Esa oportunidad no la ha tenido Mbappé, que tras pedir descanso en la ventana anterior fue descartado por Deschamps en esta. Sin él, Francia ganó en la otra ventana en Bélgica y ahora, a Italia. No queda en buen lugar.
Me falta por hablar de Vinicius, figura máxima del Madrid, desconcertante medianía en Brasil. Su flojo rendimiento en la Copa América pudo ser la causa de que se quedara sin conseguir el Balón de Oro, y ahora regresa de estos dos partidos con las manos vacías. ¿Será que, como le ocurría a Messi, le pueda la presión del equipo nacional? A Messi le costó muchos años convencer a los suyos, hubo un momento en que estuvo tentadísimo de abandonar. Ya veremos cómo va evolucionando en el futuro la relación Brasil-Vinicius, pero a día de hoy lo que le da tranquilidad y confianza es el Madrid.