Bellingham es una bala de plata
El Bernabéu vivió ayer una especie de preestreno, con las obras muy avanzadas, aunque aún sin rematar y a falta de ver funcionar el mágico hipogeo, que despierta la mayor de las curiosidades. Fue un preestreno con gran expectación y homenaje previo a las madridistas campeonas del mundo, aclamadísimas. Lo mismo hubo en otros campos y eso nos debe hacer pensar que Rubiales pasará, pero el título mundial de nuestro fútbol femenino permanecerá para siempre, visible en una estrella en sus camisetas. Pero el aire festivo terminó cuando empezó el partido y el Getafe se plantó en el campo con sus armas: atrás, metiendo cuerpo, complicando el juego del rival.
Para más complicación, el equipo de Bordalás abrió el marcador. Fue un balón un poco perdido hacia la defensa madridista que Fran García quiso entregar de primeras a Alaba pero pifió, este no pudo controlarlo y el que se lo llevó, pillo, fue Borja Mayoral, que eludió a Kepa con un perfecto cuarteo de banderillero y marcó. Si el Getafe siempre es una cuesta arriba, esta vez lo fue más. Estaba Modric en la media, junto a Tchouameni y Camavinga, pero le faltaba un buen socio para mover la noria. El Madrid producía maniobras individuales de Rodrygo o Bellingham, más una fenomenal de Fran García, pero se echaba en falta verdadero juego colectivo.
Tras el descanso entró Kroos, el empate llegó pronto, por medio de Joselu con un gol nacido de un excelso toque de exterior de Modric, que superó un severo análisis de los sexadores de pollos. Y pronto vimos lo mejor del Madrid, con Kroos al frente de la maniobra, Modric mejorado y una producción de ataque y remates que tardó en vencer la resistencia de un gran Soria, al que ‘in extremis’ ayudaron los palos. El partido entró en la ‘zona Cesarini’ aún empatado, pero al Madrid le quedaba una bala de plata: Bellingham. Un tirazo de Lucas Vázquez se le escapó a Soria y el inglés, con olfato raulesco, la metió dentro. Cuatro partidos, cinco goles.