Batería baja del Barça en Nápoles
El Barça se quedó sin batería en el último cuarto de hora en Nápoles y dejó otra vez unos octavos de final de la Champions en el aire. Fue una buena oportunidad de dar un puñetazo en la mesa, porque los de Xavi al fin tuvieron una puesta en escena convincente. A Lamine, sin embargo, se le está resistiendo ese gol-récord y no eligió del todo bien en el arranque del partido. A lomos de Gündogan, que estuvo celestial mientras le duró la gasolina, el Barça dominó y encontró la recompensa a la hora de juego, cuando Lewandowski, como en Vigo, sí recordó el jugador grande que fue en el Bayern. Su gol número 93 en Europa merece un respeto.
Pero fue hacer el gol y apagarse la luz en el Barça, que mandó once de sus doce tiros al limbo. Calzona metió a Traoré y Lindstrom y agitó el partido. Xavi vio que la cosa funcionaba y decidió no tocar nada. Y para cuando el equipo se había quedado sin gasolina, ya era demasiado tarde. Iñigo Martínez jugó a la ruleta rusa con Osimhen y el nigeriano, siete años más joven que él, le burló y marcó el 1-1. Un golpe durísimo que hizo aparecer viejos fantasmas. El teléfono del Barça empezó a pitar. Tenía la batería baja. Por eso, y pese al tiro final de Gündogan, dio por bueno el 1-1. El 12 de marzo está obligado a demostrar personalidad en la vuelta. Y, seguramente, más puntería.