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Barcelona, 34; Madrid, 33*; Atlético, 32

Reagrupamiento en cabeza, para felicidad de Madrid y Atlético. Ha ocurrido, claro, con permiso del Barça, que al obtener sólo un punto de los últimos nueve en juego ha hecho esfumarse el efecto en su momento sensacional del 0-4 en el Bernabéu. Con mirada lejana se aprecia una cierta pérdida de intensidad en la presión, más quizá un mayor estudio de los rivales de la forma de romper su trampa del fuera de juego. Y, desde luego, la lesión de Lamine. Un bache que ha agriado el festejo del 125 aniversario, al que no asistieron ni Messi, invitado, ni Negreira, que no lo fue. El primero mandó un video; el segundo, no.

Este frenazo ha coincidido con un estirón del Atleti, que de golpe parece haber encontrado el camino con un 4-4-2 de vocación ofensiva que se prolonga más allá del primer gol. Al Cholo se le venía acusando de que mantuviera su afición al juego rácano pese a tener jugadores para hacer algo más vistoso, y parece que por fin se ha decidido a ello. Tiene una buena plantilla en la que su hijo Giuliano no representa ningún ejemplo de nepotismo, sino que se muestra como jugador brillante, en crecimiento, inmejorable en disposición, velocidad y talento. La pareja Griezmann-Julián Alvarez se beneficia bien de ello.

Y el Madrid ha vuelto a su paso, como la tortuga que ganó a la liebre. Sin alharacas, con muchas lesiones, con Mbappé entre dudas (ayer me gustó, aunque se le escapara algún gol), mal clasificado en la Champions… Pero ya está ahí. A un punto del Barça y con un partido menos, a jugar en Mestalla, muy probablemente el 2 o el 5 de enero. Ganó al Getafe sin mayores méritos, todavía no rompe a jugar de manera convincente, pero con su pasito de tortuga medio renga ya tiene al Barça ahí. Son las cosas del Madrid, que, eso sí, tendrá que poner a prueba este miércoles en San Mamés su vieja piel de sólido campeón.