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Balaídos vuelve a ser un fortín inexpugnable

Uno que empieza a peinar las primeras canas puede echar la vista bastante atrás como para recordar costumbres que para los jóvenes son inexistentes. Me iré concretamente hasta finales de los noventa, cuando el que les escribe iba a Balaídos con la auténtica seguridad de que el Celta iba a ganar, como mucho empatar en una mala tarde. Repasando ahora los números con perspectiva, entiendo mucho mejor ahora a aquel adolescente que consideraba un fracaso empatar en casa contra el Atlético. Ni siquiera entraba en su cabeza una derrota ante Barça o Madrid. Porque aquel Celta era totalmente inexpugnable en su estadio. Visitar Vigo era una tortura para los rivales.

Esa sensación se fue diluyendo con el paso de los años, hasta llegar a las últimas temporadas, en las que casi parecía más sencillo puntuar a domicilio que de local. Pero el Giraldismo nos ha devuelto a la adolescencia. Balaídos ha recuperado la condición de inexpugnable desde que Claudio Giráldez tomó las riendas del equipo. Invicto en casa, el método del porriñés ha transformado a la plantilla. Ahora da gusto ver al Celta, incluso en la derrota. Hace no mucho, uno se dormía hasta en la victoria. Por poner una pega, el Giraldismo necesita mejorar urgentemente en defensa. Ya sabemos la teoría de la famosa manta, pero no se puede conceder tanto a los adversarios.

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