Arrastrando la miseria del Caso Negreira
Compareció Enríquez Negreira y todo quedó igual. No contesto, no quiero. Su triste figura duró poco en escena pero resucitó ese hedor que nos aflige desde que se supo que el Barça le había pagado 7,5 millones en cómodos plazos, a lo largo de diecisiete años y de cuatro presidentes. Uno de ellos, el de ahora, regresado tras unos años de ausencia. El Barça como club y el barcelonismo en su casi integridad aspiran a fingir que creen que esto no es lo que parece. Que se pagó por nada, o que no se pagó, sino que se lo quedaron los mismos que lo ofrecieron, o que se pagó por unos informes verdaderos… Hacen como que algo de esto cuela, pero no cuela.
Y, claro, el CTA está a contrapié, porque los que lo dirigen ahora eran la flor y nata del arbitraje durante el tiempo en que Negreira fue el vice de la organización. Y cobraba del Barça mientras lo era, y dejaron de pagarle justo cuando dejó de serlo. Ante eso el CTA ha pretendido algo muy parecido al Barça: no, nunca, nada, nadie. No mandaba nada, no decidía nada, les estafó. Les estafaría, pero no se dieron cuenta durante 17 años y cuatro presidentes. ¿Tan tontos eran los cuatro? Entiendo que el Barça no pueda afrontar este asunto porque sería abrirse en canal. Pero el CTA sí hubiera debido y podido… salvo que en su caso exigiera también abrirse en canal.
Así que el Madrid se ha echado al monte con una actitud institucional que no casa con su historia, pero que tiene en todo lo anterior, si no una justificación, sí una explicación. Ha decidido no pasar una a los árbitros y al CTA cuyo presidente, Medina Cantalejo, tampoco es el más esclarecido de nuestros conciudadanos. El Madrid, que siempre fue parte importante del sistema, se ha convertido en antisistema y ha emprendido una guerrilla sin fin, cuyo último episodio es la denuncia a Martínez Munuera, de poco recorrido. Pero es que mientras lo de Negreira siga impune será difícil que el CTA pueda esperar o demandar respeto.
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