Arnold desembarca del Queen Mary

Desembarcó Trent Alexander-Arnold después de su largo periplo desde Inglaterra y no dijo aquí estoy yo, pero casi. Buenísima noticia para el madridismo, que empezaba a preocuparse por el jugador. Contra el Mallorca, por fin dio noticias de las cualidades que le adornan. Colocó un par de pases sensacionales, uno de ellos precipitó el primero de los goles que anularon a Mbappé, y evitó el empate del Mallorca después de un excelente cierre defensivo. Dicen que no es un maestro de las artes defensivas, pero en esa jugada estuvo irreprochable.

Trent regresó a la titularidad, lo mismo que Vinicius. Los dos fueron sustituidos en el segundo tiempo, a pesar de obtener buena nota en el partido. El inglés se marchó liberado. Fue reconocible, se pareció al jugador que espera el Madrid. Vinicius se fue sin torcer el gesto, pero se preguntaba por las razones del cambio. Marcó un gol, atormentó a Morey -la pieza más débil del Mallorca en el Bernabéu- y dio las señales de su antigua actividad.

Todo indica que Xabi Alonso quiere llevar tensa la cuerda. Pretende que todo el mundo esté al loro, como se decía siglos atrás, cuando Tierno Galván y todo eso. Mastantuono, por ejemplo: funcionó en el segundo tiempo frente a Osasuna y le concedió la titularidad contra Oviedo y Mallorca. Funcionó peor esta vez y le retiró del campo, como pedía el partido. Ingresó Brahim, como luego hicieron Rodrygo (por Vinicius), Carvajal (Trent) y Ceballos (Güler).

Güler juega mucho y le cambian tarde. Cuando abandona el campo se va con el pecho inflado, satisfecho con su rendimiento y con el del míster. Güler está feliz con Alonso y el técnico sigue más que contento con el turco. Esta vez, se produjo una novedad con Güler: apareció con más frecuencia en el interior del área. De hecho, marcó dos goles, de cabeza el primero, una dejada más que un remate, y con el pie el segundo. Lo anuló el árbitro a demanda del VAR entre la indignación del personal.

En los dos partidos anteriores, Güler ha operado unos metros más atrás de lo que se supone su posición ideal, cerca del área, protegido por Valverde y Tchouameni. Frente al Mallorca fue casi indetectable por los defensas rivales. En cuestiones de protección, algo en Tchouameni dice que se siente más cómodo y confiado que nunca en el Real Madrid. Juega sin ataduras. Se siente importante y, qué casualidad, Alonso no le ha sustituido hasta ahora.

El técnico declaró que el partido, tercero del campeonato, cerraba la pretemporada. El Mundial de Clubes fue una interferencia bien pagada y terriblemente mal ubicada en el calendario. El equipo empieza a conocerse ahora, poco a poco, sin excesos, pero con buena pinta.

Esta vez se midió con un rival que le atacó más y mejor que Oviedo y Osasuna. Los tres ligeros centrocampistas del Mallorca -Darder, Morlanes y Pablo Torre- se entendieron bien, movieron la pelota con soltura y transmitieron peligro. El admirable Muriqi volvió a ofrecer un curso de inteligencia futbolística. Aprovecha sus recursos hasta el hueso. Utiliza el cuerpo como una herramienta ganadora de combate y convierte cada balón conquistado en una jugada ventajosa para su equipo. Arregla todo con un solo toque, generalmente de mucha calidad.

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El Madrid empieza con la redondilla

Muriqi adelantó al Mallorca, un gol que dejó al Madrid en la obligación de remontar. Lo consiguió con rapidez. Flojeó Morey en dos acciones y el partido dio vuelta, aunque se mantuvo la incertidumbre. Trent Alexander-Arnold salvó un gol y Carreras hizo un milagro para evitar otro. Por medio, dos goles anulados a Mbappé por fuera de juego y el de Güler. Pasaron cosas, por tanto, mientras Alonso afina al equipo. Quiere que el Madrid mantenga la guardia alta.

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