Ancelotti se equivocó con Modric y Kroos
Empate de prestigio para el Betis y, hasta cierto punto, mal menor para el Madrid, que acabó el partido sufriendo, con un cabezazo al palo de Isco y una parada final de Lunin. Buen portero, por cierto, con el que Ancelotti repitió a pesar de que Kepa ya está curado. Lo contrario hubiera sido injusto. Esta racha de lesiones ha servido para valorar a dos jugadores arrinconados antes, Lunin y Brahim, cuyas carreras, sobre todo la del primero, pueden tomar otro rumbo a partir de ahora. Y también para comprobar que Kroos y Modric pueden jugar juntos. El Madrid estuvo a la altura mientras ambos se mantuvieron sobre el campo, y se derrumbó con su salida.
Fue un gran primer tiempo, con el Madrid dominador, el Betis agarrándose bien a Isco para hilar su juego y Rodrygo escapándose una y otra vez de Ruibal, que pasó las de Caín. La segunda mitad empezó en tono algo menor, pero la animaron los goles: primero, el Madrid, una orfebrería entre Brahim y Bellingham culminada con seguridad aplastante por este, que sigue en su tarea de armar y marcar, y luego el del Betis, la venganza de Ruibal que subió, olvidado por Rodrygo, y sin que nadie le estorbara, le pegó al balón como Nelinho, aquel temible lateral brasilero de los setenta. El balón voló imparable a la escuadra, sin posibilidades para Lunin.
Entonces pasó lo raro: Ancelotti cambió a Modric, que mostró su enfado, para dar entrada a Ceballos, criado en el Betis pero justamente por eso repudiado por el público. Lo acusaría, metiéndose en guerras estériles. El desaguisado madridista se completó al retirarse también Kroos y Brahim, éste con daño, con lo que el vaciado de calidad fue casi completo, y digo casi porque aún quedaban Bellingham y Rodrygo. El Betis, sin embargo, mejoró con los cambios y se fue hacia arriba, hasta intimidar al Madrid, aunque no obtuviera el premio del gol. En conjunto, un partido bravo y bonito que dejará contento a Pellegrini y meditabundo a Ancelotti.