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Ancelotti hace crecer a los jóvenes

Vinicius despegó al inicio de la temporada pasada. Ordenó su juego sin perder audacia, aclaró sus llegadas, lo mismo para el pase que para el gol. Pasó de ser un revoltoso que pegaba tiros al aire a convertirse en un atacante con filo y constancia. Fue el segundo goleador del equipo, este curso incluso el primero, entre la lesión y cierta baja forma de Benzema. Rodrygo y Valverde acabaron cuajando al final de la temporada. Tenían condiciones pero les faltaba confianza y les fue llegando con el buen trato de Ancelotti, un ahora te pongo y ahora no, pero siempre con una lógica, haciéndoles sentir que contaba con ellos aunque a veces les tocara banquillo.

Es curioso el caso de Rodrygo. Las necesidades del equipo le hacen jugar en la banda, donde le falta genio y constancia para el desborde, pero sabe aparecer por el centro del área en busca del gol; marca mucho porque tiene astucia para colocarse en el área y es certero en los remates. En lo que se refiere a Valverde, es útil en dos posiciones, la de mediocampista y la de extremo, arrollando por la derecha cuando le toca, de arriba abajo, con capacidad para quitar y subir balones, jugarlos con talento arriba y disparar con potencia especial. Otro jugador que también podemos decir que ha cuajado.

Viendo el partido de anoche pensaba la poca seguridad que cualquiera de ellos inspiraba hace sólo un par de años. Vinicius alborotaba mucho y no terminaba nada. Rodrygo y Valverde salían poco y se movían con timidez, como tratando ante todo de no equivocarse, de no molestar. Ya se han soltado y Ancelotti puede estar tranquilo, tiene tres jugadores de tronío. Vinicius ha borrado a Hazard, los otros dos han adelantado a Asensio, camarón que se duerme y le lleva la corriente. El trabajo de los entrenadores puede medirse por muchas cosas y una de ellas es esa, mejorar el valor de los jugadores que recibe, convertir a promesas en jugadores de verdad.