Todo buen madridista sabe, como si fuera el primer mandamiento, que la leyenda inigualable del Madrid empieza por sus cinco Copas de Europa consecutivas (1956 a 1960). Eso entronizó para los restos a los Di Stéfano, Santamaría, Puskas o Gento. También quedó para la retina del madridismo militante la irrupción de la Quinta del Buitre, coincidente con aquellas remontadas épicas de los años 80 ante Anderlecht, Inter y Borussia Mönchengladbach. Luego fueron pasando Mijatovic con la Séptima, Raúl con la Octava y los Galácticos con la Novena. Todo escrito con letras de oro.

Pero en el verano de 2013 llegó al santuario del Bernabéu una leyenda del Milan (como jugador y como entrenador) llamado Carlo Ancelotti. No era consciente de que iba a cambiar la historia de este club, engrandeciéndola más todavía. Alcanzó la soñada Décima en Lisboa ante el Atleti del Cholo. Zidane, su fiel alumno, supo emularle a lo bestia ganando luego tres Champions consecutivas desde el banquillo. Pero en su regreso, Carletto ha desterrado el tópico de que ‘segundas partes nunca fueron buenas’. Su legado de la maravillosa 14 quedará para siempre. El manejo que hizo del grupo en esas remontadas históricas ante PSG (¡con Messi y Mbappé en el campo!), Chelsea y City han quedado grabadas en la memoria VIP de los madridistas. Ancelotti ya es uno más de la gran familia blanca. El premio más merecido de todos.