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Amancio Amaro Varela

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Mi primer ídolo, cuando yo era niño, fue Amancio, y mis primeros recuerdos futbolísticos son los de aquel Real Madrid de finales de los 60, el de las últimas galopadas de Gento, las genialidades del gallego brujo y el pundonor de Pirri. “El día que yo me muera”, lo cantaba una comparsa del gran Antonio Martín, “el día que yo me vaya, en alegre pasacalles, que me acerquen hasta el Falla recorriendo todo Cádiz”. El día que falleció Amancio quizá fue como había soñado: “El día que yo me vaya que mi equipo asombre a todos, poniendo en pie la grada, oyendo como te cantan nunca caminarás solo”. Y así fue, gran victoria del Madrid, 2-5 en Anfield, con un comportamiento señorial del Liverpool, ramo de flores y minuto de silencio en recuerdo del Fifo. Amancio no caminará solo, ya está en el Olimpo de las leyendas, con los dos presidentes de honor que le precedieron: Di Stéfano, único futbolista que ha marcado en cinco finales de Copa de Europa, y Gento, el único con seis Orejonas. Jugaron juntos y estarán siempre en nuestros recuerdos.

Amancio llegó al Madrid de las cinco Copas de Europa seguidas y de los mejores jugadores del mundo, ‘La Saeta’, ‘La Galerna del Cantábrico’, Puskas y Santamaría, entre otros. Llegaba el relevo de aquella generación histórica. En el Madrid de estos días también asistimos al relevo de otra generación fantástica. Es pronto para hacer pronósticos fiables, pero hemos visto debutar a un chaval de 18 años, Álvaro Rodríguez, un hispano-uruguayo que en dos partidos, con muy pocos minutos, dio una asistencia y marcó su primer gol, nada menos que al Atlético de Madrid.

En la historia de Amancio también vivimos lo peor del fútbol, aquella entrada salvaje y alevosa, que necesitó 150 puntos de sutura y que le retiró del fútbol. Últimamente también hemos conocido el fango en el fútbol: el Barça ha pagado durante 17 años más de 500.000 euros anuales al vicepresidente de los árbitros, sin contrato, como en la famiglia. Laporta ha dicho: “Los que ensucien el nombre del Barça tendrán una respuesta contundente”. Todo el mundo sabe quiénes son los que lo han ensuciado. Ya sólo falta que una chirigota les cante Temps era temps de Serrat, al ritmo del 3x4: “Basora, César, Kubala, Moreno, Manchón y Negreira”.