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Un buen Almería. Hay partidos que se te hacen bola por mucho que llegues con la vitola de campeón de Europa y de Liga. El Almería tiene un entrenador magnífico, Rubi, una afición entusiasta que regresaba a Primera años después, y futbolistas que a la contra son espléndidos. Ramazani y Sadiq les llevaron de regreso a la elite y no me extraña visto lo visto. Y si encima tienes un portero que parecía Courtois en versión española (Fernando), se explica que el Madrid de Ancelotti sufriese tanto para asegurar tres puntos de oro. Pero que nadie dude de la justicia de este arranque feliz. El vigente campeón hizo 29 tiros a gol (¡15 a puerta!), lo que explica que finalmente se saliese con la suya. Ni siquiera el 1-0 inicial de Ramazani les hizo perder la fe y la compostura, a base de córners y llegadas continuas, sobre todo por el costado de Vinicius, en plan maradoniano una vez más.

Lucas y Alaba. En un partido con tanto ataque a quemarropa, es llamativo que los goles del éxito los firmasen sus dos laterales. Lucas Vázquez puso el 1-1 con un zurdazo en la posición de 9 (además, el gallego metió un gol anulado por el pelo de una gamba y sacó a Fernando un paradón). Y Alaba se matriculó en Oxford con un golazo para el museo del Bernabéu. Nada más saltar al campo transformó una falta de forma maravillosa. El austriaco celebraba, además, el segundo aniversario del 2-8 al Barça, del que ayer se cumplían justo dos años. Él jugó esa noche con el Bayern en ese día de gozo indisimulado para todos los madridistas. El tipo de la silla está bendecido...

42 años después. Recuerdo la última vez que el Madrid jugó en Almería en un estreno liguero, allá por 1980. Yo era un chaval de 15 años. El estadio Franco Navarro estaba a reventar, con mucha gente de pie, como se acostumbraba en la época. El once de Boskov estaba formado por García Remón; Pérez García, García Cortés, Gallego, Camacho; Ángel, Stielike, García Hernández; Juanito, Santillana y Cunningham. El Almería formó con César; Paniagua, Tanco, Maxi, Piñero; Tarrés, Cabral, Martínez; Garay, Rolón y Charles. El Madrid ganó con más sufrimiento que brillantez y el mismo resultado (1-2), con goles de García Hernández y Cunningham. Rolón metió el gol del honor rojiblanco. El Madrid sabe sufrir en la ciudad indálica.

El Balón de Oro. En el fútbol se interpreta la fiesta del Balón de Oro como un termómetro que mide la calidad individual de los jugadores, que se hace extensiva por el protagonismo que tengan en sus equipos. Los 30 candidatos a esta edición, oficializados el pasado viernes por France Football, ha dejado en evidencia que el Madrid está muy por encima del Barça. Los de Ancelotti tienen hasta seis nominados (Benzema, Vinicius, Modric, Casemiro, Courtois y Rüdiger). Y, como dijo Carletto, podrían estar perfectamente Alaba, Kroos y Valverde. Sin embargo y pese al ruido provocado este verano por Laporta con sus fichajes mediáticos y las palancas de moda, solo Lewandowski está entre los elegidos. ¿No era Pedri mejor que Modric? ¿No era Aubameyang un nueve top? ¿Renovar a Dembélé era prioritario por ser el mejor extremo del mercado? ¿Rapinha no era un súper crack? ¿Cómo es posible que Ansu Fati, el heredero de Messi, sea suplente? El Madrid no vive de los fuegos artificiales ni de las palancas desesperadas, vive de los títulos que conquista (¡cuatro en lo que va de año!) y de su bendita realidad actual. El Madrid se estrena como se fue.