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Al Barça se le cae pronto la brillantina

Bajonazo. Laporta estaba eufórico antes del partido (“nos ha ayudado Dios”, dijo de las inscripciones con ese carisma que irradian las personas que viven convencidas de que todo saldrá bien), pero al Barça se le cayó la brillantina rápido en el debut de LaLiga. El 0-0 resultó un bajonazo a todas luces para estrenar el Spotify Camp Nou. Iraola le dio un repaso en la pizarra a Xavi. El Rayo miró a los ojos a su rival todo el partido. Tanto que se lo pudo llevar al principio, con un jugadón de Álvaro (qué extremo de los de siempre) que salvó Ter Stegen, y al final, con un gol anulado que hubiera consumado el desastre del Barça. A Kessié y Lewandowski también se le anularon dos goles, pero del Barça se esperaba más. Un fútbol de colores que no apareció. Alba tuvo una mala noche, Araújo no tiene condiciones para desplegarse y ser profundo por la derecha; los interiores (Pedri y Gavi) estuvieron atados en corto y Dembélé y Raphinha, volcánicos en la pretemporada, se desenchufaron rápido. Esta vez no encendieron el microondas y parecieron mucho menos juntos de lo que habían anunciado en la rutilante gira por Estados Unidos. Sólo quedaba, pues, Lewandowski, que demostró que es un jugador fabuloso. Pero al polaco, a punto de cumplir 34 años, hay que alimentarlo mejor y ayudarle a correr menos. Si no, terminará asfixiado como anoche.

Boomerang. El Barça, en el que sólo se vio a Ansu con las luces encendidas y que va a tener suplentes ‘molestos’ (difícil ver a Piqué y Aubameyang en el banquillo toda la temporada) se marcha de la primera jornada con un 0-0 que es un chasco en toda regla después de una inversión de 170 millones de euros. Las primeras jornadas en Can Barça, históricamente, han sido de grandes apariciones (Stoichkov en el viejo Sarrià, Romario con el hat-trick ante la Real, Ronaldo, Villa...). Anoche quedó una sensación amarga. Y también una duda. En mayo, cuando terminó la temporada pasada, Xavi fue directo a la sala de prensa con un mensaje bien estudiado por sus asesores de comunicación (“es el momento de los despachos”). Y, agarrado a las palancas, Laporta le ha puesto una superplantilla a su disposición que tal vez ni él esperaba y que, además, pretende completar con Marcos Alonso, un lateral derecho y la guinda de Bernardo Silva. Es lógico que aquel mensaje se convierta en un boomerang para el entrenador. Ayer Xavi aseguró que les ha dicho a los jugadores que la presión es para él. Pero al mismo tiempo, pidió paciencia. Sabe mejor que nadie que el Barça aprieta. Y no espera.