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Al abordaje sin complejos

La única ventaja de mudarse a una casa más pequeña es que hay menos que barrer. La comparación vale también para el alquiler del Lluís Companys. Son menos metros cuadrados de superficie, más fácil achicar el espacio que en el latifundio del Camp Nou, algo que nos ha pasado factura en algunas eliminatorias europeas. Por suerte además tampoco hay que temer ya al endiablado doble efecto contrario de encajar goles en campo propio, que te cortaban la meada en medio de la remontada. Hoy no habrá siquiera que remontar. Basta con ganar por la mínima, como si fuera un partido de LaLiga, el del pasado viernes contra el Mallorca, por poner un ejemplo reciente. No estamos ahora mismo para dar tratados de juego exquisito. Firmo pasar por la mínima, sufriendo como hace cinco días las críticas pospartido, y entrar en el sorteo de cuartos de final.

Será nuestro primer cruce europeo tras dos años de pesadillas, que tuvieron su prólogo en la dolorosa eliminación en Liverpool, cuando ya acariciábamos la final, y en el sonrojante 8-2 de Lisboa ante el Bayern. Como nunca se nos dio bien defender y los goles encajados en casa ya no traen penalización añadida, tiremos pues hacia adelante con todo, sin complejos. Solo hay una cosa peor que caer eliminado, hacerlo sin perder, y eso por fortuna ya no va a pasar.

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