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Aitana Bonmatí habla como juega

El fútbol se despereza a la vuelta del veraneo y ayer tuvo uno de sus ritos anuales más destacados: el sorteo de la fase de grupos de la Champions League. Un ritual que da para especulaciones más o menos vacías, pero divertidas. En este caso hemos ido con cinco, lo que en sí es una satisfacción, porque a los cuatro primeros de LaLiga hemos sumado ese Sevilla ganador de la Europa League, que por desgracia ha vuelto muy desmejorado de las vacaciones. No fue lo único en lo que lució España: Guardiola tuvo el premio al mejor entrenador y Aitana Bonmatí, el de mejor jugadora, que estuvo firme y directa en su denuncia a Rubiales.

Fue un gusto verla ahí. Pensé que habla como juega: con talento, toque justo, estructurando el discurso como construye el juego, manejándose con un liderazgo sin aspavientos ni postureo, con la palabra justa y necesaria, como son los toques con que fabrica sobre el césped la geometría del equipo. Rubiales pasará, será solo un mal recuerdo (cuidado que le está costando al TAD mojarse, por cierto), pero quedará este Mundial femenino, orgullo de un país. Quedará el recuerdo del juego de Aitana, los dos goles decisivos de Olga Carmona, ese balón descolgado por Cata Coll en el último minuto, el brillo colectivo de aquel estupendo equipo.

Por lo demás, tras el sorteo cada uno habla de la feria según le fue en ella. Y según sus aspiraciones. Hay quienes sólo serán felices si terminan en cabeza del grupo y quienes lo serían con ser segundos y en algún caso con el tercer puesto, tobogán que te desciende sin estruendo a la Europa League. Lo peor se lo llevó el Sevilla si pensamos que entró desde el primer bombo y lo mejor el Barça, en cuya delegación se echó en falta a Laporta, tan aficionado a saraos. Le imagino buscando locamente dinero para fichajes e inscripciones. Quien sí estuvo fue Rocha, fungiendo de presidente de la Federación. Quizá tenga la tentación de ponerse cómodo en el cargo.