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A Víctor Francos le gusta Tarragona

A Víctor Francos, dizque presidente del CSD, le encanta Tarragona y le alabo el gusto. Si usted no ha ido todavía por allí, haga un esfuerzo. Los imponentes restos romanos, la parte alta con la catedral, la Rambla Nueva, el Balcón del Mediterráneo… Todo ello con ese sencillo encanto de las ciudades que no han descontrolado su crecimiento. Así que no me extraña que a este ‘bonvivant’ le guste, pero eso no justifica que por dos veces en pocos días haya convocado a la prensa nacional allí. Ayer pedí a alguien que preguntara la razón, imaginando que quizá pudiera mediar una causa extraña y respetable que lo explicara. La respuesta fue “razones logísticas”.

Razones logísticas para él, al que me figuro veraneando por la zona. Pero uno imagina que su sitio en estos días sería el CSD, aunque esté situado en el centro de los agobiantes calores de Madrid, que por cierto ya han remitido. Algún amigo exagerado me decía que hasta con una cama plegable, por si tenía que pasar alguna noche en el despacho ante tamaña crisis. No le pediré tanto, pero sí que se tome en serio su trabajo y no se permita esas licencias tan descaradas. Por lo demás, la conferencia de prensa tuvo como fin anunciar que no tenía nada que anunciar, porque el TAD todavía no había emitido dictamen alguno. Pues qué bien.

Los periodistas regresaron a sus lares sin otra información que este hombre escuchaba de siempre a mi muy querido Manolo Oliveros y que si la FIFA ha podido actuar es porque sus procedimientos son más expeditivos. Y es verdad. El Estado tiene otros tiempos y así debe ser, pero es que hace demasiado que Rubiales anda haciendo trastadas y no se le ha pretendido poner coto. Y la consecuencia, y mira que estábamos advertidos de cómo era viéndole y escuchándole, es que ha arrastrado a este país a un bochorno colectivo. La rueda (ahora entra hasta la Fiscalía) ha empezado a moverse cuando la FIFA ya ha tirado este penalti por nosotros.