A cuartos sin presumir
Noche trampa.- Ya lo avisaba Mijatovic en El Carrusel antes de arrancar el match. “Hay algo que no me huele bien. No me fío de este partido”. El viejo zorro de la Séptima sabe que el Bernabéu se maneja mal ante partidos especulativos por llegar el equipo con una ventaja de la ida. La afición está más fría, los jugadores van con el freno de mano echado y hasta el gran Ancelotti puso cloroformo en la pizarra, pero paradójicamente fueron sus hombres los que parecían narcotizados, lentos, espesos, previsibles... Sucedió con el Schalke, con la Juventus en aquella eliminatoria que venía con el 0-3 de Turín y el golazo de chilena de Cristiano, y ocurrió con el Ajax en 2018, en noche de aciago recuerdo. También el Chelsea, en la ruta mágica de la 14, casi levanta el 1-3 de Stamford Bridge. El Madrid jugó sin enerllía, que diría Carletto. Pasó el susto. Pero este Leipzig fue un hueso muy duro de roer.
Vini, luces y sombras.- El brasileño fue capaz de lo peor y lo mejor en una noche que venía de nalgas. En la segunda parte se jugó la roja con un arrebato absurdo ante Orban. Jugó con fuego, pero el árbitro lo dejó en amarilla. Un respiro. Después, se hizo la luz. Kroos cortó un balón en defensa, sacó la contra hacia Bellingham, Vini tiró un desmarque estupendo, Jude le asistió con maestría y Vinicius definió con grandeza. Un golazo que, a la postre, evitó un mayor dolor de muelas.
Los cambios.- La entrada de Rodrygo tras el descanso dinamizó mucho el juego de ataque tras la hora del bocata. Y todo mejoró con la entrada de Modric en la recta final. Luka puso la coherencia, el control del juego, la inteligencia a la hora de dominar los tiempos. Lástima que tuviera tan pocos minutos.
Olmo y Simons.- Los dos excanteranos del Barça jugaron con esas ganas que siempre tuvieron al Madrid desde La Masia. Fueron lo mejor de un Leipzig muy apañado y peleón. El internacional español hizo una genialidad en el descuento, pero el larguero evitó una prórroga que hubiera dificultado mi salud cardiaca. Vaya pelotero.
122 años de Leyenda.- El día arrancó con una efeméride que me invadió de recuerdos, emociones difíciles de controlar, celebraciones icónicas y momentos que me llevaré para siempre a la otra vida cuando me llegue la hora. El Madrid ha cumplido 122 años de existencia en perfecto estado de revista, sin arrugas, con un estadio que ya es la Octava Maravilla del Mundo, una plantilla que combina veteranos y noveles con una sabiduría estratégica inigualable, y un entrenador admirable que sabe conducir una nave que jamás da bandazos y que siempre navega en la misma dirección: la del éxito sin excusas que justifiquen la opción lejana del fracaso.
Esa grandeza de espíritu la han trasladado a un club ejemplar que fue declarado el Mejor del Siglo XX y lo será del XXI. Las redes sociales de la entidad difundieron a primera hora un vídeo para festejar los 122 años de vida del Real Madrid con un glosario de emotivas imágenes que me arrancaron no pocas lágrimas. De nostalgia y de orgullo. Ser madridista es lo que mejor que me pudo pasar cuando llegué en la primavera de 1965 a este planeta en un coqueto lugar de La Mancha, Villarrubia de los Ojos, de cuyo nombre siempre querré acordarme. El Real Madrid es eterno. 122 años no es nada. Lo mejor está por llegar.
Misión cumplida.- Lo importante es que el Madrid sigue vivo en Champions. Era el gran objetivo por encima de todo. Se suele tener una noche tonta en Europa y los blancos han sobrevivido a ella. A cuartos sin presumir. Ahora, a sentenciar la Liga y llegar a abril con mejor disposición física y anímica. No soportaría otra nochecita como esta.