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Primera como obsesión

"Lo-lo-lo, lo-lo-lo, ser de Primera es nuestra obsesión" fue uno de los cánticos que más pronunciaron los varios millares de aficionados del Almería que formaron la marea rojiblanca que partió desde la Plaza Mayor de Leganés. Rumbo a Butarque, convirtió el trayecto hacia el campo en un lugar que debería ser a partir de ahora de peregrinaje para todo hincha almeriense; no en vano, ese camino pasará a la historia por todo el componente simbólico que supuso. El viandante fue una afición madura respecto a hace lustros, pero a su vez rejuvenecida, rumbo a su tercer ascenso a la máxima categoría del fútbol español. Butarque es otro de los lugares que deberá visitar el peregrino rojiblanco, que vio cómo ascendía su equipo gracias al gol de Zarfino, el mismo que fue vilipendiado ocho días antes, en el tiempo extra del Alcorcón-Eibar. Esos minutos que pasaron entre que el primer seguidor gritó el gol del charrúa y que Dámaso Arcediano Monescillo señaló el final en Butarque estarán guardados hasta el fin de los siglos en la retina de todo aquel que estuviese en el campo del Leganés.

"Lo-lo-lo, lo-lo-lo, ser de Primera es nuestra obsesión" sigue retumbando en la cabeza del que suscribe mientras en el momento de escribir estas líneas, en la madrugada del lunes al martes, los focos del Estadio de los Juegos Mediterráneos alumbran la zona de la Vega de Acá como si fuese de día. Si el disparo de Zarfino no hubiese ido entre los tres palos, esos focos estarían ahora apagados y el resultado sería bien distinto, por mucho que el proceso hubiese sido exactamente el mismo. Pero el remate tuvo éxito y la película de Hitchcock, tal y como calificó Rubi la temporada en la rueda de prensa posterior a la cita de Butarque, finalizó con los rojiblancos como triunfadores.

"Lo-lo-lo, lo-lo-lo, ser de Primera es nuestra obsesión". El Trastorno Obsesivo Compulsivo es un trastorno de ansiedad en el que aparecen los mismos pensamientos una y otra vez (obsesiones), llevando a la persona a realizar conductas (compulsiones), y en ocasiones a repetirlas muchas ocasiones, con la intención de reducir la ansiedad que provocan esos pensamientos intrusivos y repetitivos. Este trastorno dificulta sobremanera la vida de quienes lo sufren, siendo clave no caer en las compulsiones para que no aparezca un círculo vicioso que va creciendo y del que es difícil salir. La paciencia para aguantar esas obsesiones es fundamental para no caer en las compulsiones.

La misma paciencia que ha tenido el Almería durante la presente temporada para que a la tercera haya ido la vencida. Es el tercer ascenso a la élite para esa hinchada que partió desde la Plaza Mayor de Leganés y que espera que subir no sea su obsesión nunca más, al menos durante los próximos años, fruto de que el club rojiblanco se ha asentado en Primera División. Lo logró el conjunto de Rubi a la tercera ocasión tras no certificarlo el fin de semana que actuó en San Sebastián por el triunfo del Valladolid; tampoco en la penúltima jornada al caer inopinadamente frente a un Alcorcón que terminó siendo decisivo en este ascenso, conseguido en la tercera campaña del jeque.

Turki Al-Sheikh se fijó subir en un plazo de tres años, si bien desde un primer momento estuvo obsesionado con el salto de categoría. Durante sus meses iniciales reducir esa ansiedad por llegar a la línea de meta fue su principal objetivo, incluso más que el propio ascenso. Así se entienden los primeros bandazos, fulminando a un técnico, caso de Pedro Emanuel, que cogió la buena senda en unos inicios que no se presuponían sencillos, o a un José Gomes que empezó batiendo récords para no acabar ni siquiera la temporada. Todo viró con la contratación de Rubi. El técnico nacido en Barcelona y criado en Vilasar de Mar aterrizó en abril del pasado año con la intención de comenzar un camino que le llevase a la meta de Leganés, sin obsesionarse con atajos que redujesen momentáneamente su ansiedad. Porque el momento era el 29 de mayo de 2022. No el 14 ni el 21 de ese mismo mes, ni en 2021, cuando el Almería, ya con Rubi a los mandos, se clasificó por segundo año consecutivo a la promoción, entendiendo entonces el nuevo cuerpo técnico que lo ideal era pisar sobreseguro y construir los cimientos de un Almería campeón, título ignoto hasta la llegada de Rubi y logrado trece meses después de su llegada.

La paciencia ha sido fundamental para que la actual plantilla termine convirtiéndose en inmortal. Nadie dudó de Rubi durante el enero negro, cuando la baja de Sadiq, en la Copa de África, y el coronavirus desembocaron en una crisis de resultados: tres derrotas consecutivas, cinco encuentros seguidos sin ganar (seis contando la Copa del Rey) y apenas un triunfo de ocho jornadas ligueras para un equipo que estaba acostumbrado a ganar (justo antes enlazó siete victorias) y que tuvo que tirar de psicología y paciencia para hacerse fuerte mentalmente, solventar la crisis y llegar al tramo final de temporada en buena dinámica, algo que nunca antes había ocurrido con el jeque.

Precisamente el de Turki Al-Sheikh será uno de los nombres propios en Primera División. Al jeque le gusta el protagonismo y su reacción será fundamental cuando vengan mal dadas. De él dependerá que las obsesiones queden simplemente en malos momentos propios del camino o en algo más. Como buen exitoso, se antoja clave que tenga en la 'aceptación' una de sus mayores virtudes, puesto que el lugar natural/histórico de la entidad que preside no es la élite, y si bien la ambición es una excelsa cualidad (se echó de menos en los últimos años de Alfonso García), no conviene obsesionarse con evitar tropiezos inherentes a un camino que se antoja más ilusionante que nunca. Mejor subir tres pequeños escalones de manera segura que arriesgarse a hacerlo de dos en dos. Mejor tomar ejemplos de clubs como el Villarreal que de otros que buscaron la gloria demasiado pronto y terminaron convirtiéndose en un solar. Porque el proyecto del Almería tiene pinta de que esto es sólo el principio.