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Real Madrid, 14; PSG, 0

El Madrid es patrimonio de la humanidad. La historia futbolística más bonita jamás contada la ha escrito el equipo de las 14 Copas de Europa. Sólo este club de leyenda puede afrontar un reto semejante sin que le tiemblen las piernas y con una entereza digna de ser comentada como ejemplo de superación en las escuelas de fútbol. Fue otra noche maravillosa en París, la cuna de la Primera, de la Octava y desde ahora de la 14. Y lo será de la 20 cuando vuelva la final a la Capital de la Luz. Que un equipo sea capaz de ganar las últimas ocho finales que ha jugado es de tal magnitud que sólo lo entederemos cuando pasen varias décadas y lo comenten nuestros nietos. A nuestro hijos ya no hace falta decírselo porque lo han vivido a lo grande en primera persona. Los míos, Marcos y Nico, lo disfrutaron en el Bernabéu en las pantallas gigantes, el mismo santuario en el que ya vibraron con las remontadas inolvidables ante el PSG, el Chelsea y el City. Bendigo la hora de ese momento siniestro en el que la UEFA modificó de manera artera el sorteo de octavos para quitarnos del bombo al Benfica y ponernos al multimillonario PSG creyendo que así nos apartarían de la carretera. Justo ahí empezó la leyenda de la Champions más grande de todos los tiempos. Por eso, la final con el Liverpool no podía fallar para que la historia fuese perfecta y tuviera un desenlace de película. Los madridistas somos tan felices que ya en las gradas de Saint-Denis se pedía que dentro de un año en Estambul hagamos el Pleno al 15. Somos insaciables y los rivales empiezan a asumirlo resignados porque esta jerarquía no tiene fecha de caducidad.

Un belga de oro. Dicen que los equipos campeones se cimentan sobre un gran portero y un gran delantero centro. En el caso de Courtois, es evidente. Si el Madrid ha llegado hasta esta final de París fue, entre otras cosas, por su penalti parado a Messi en el Parque de los Príncipes, por su vuelo monumental en Stamford Bridge al chutazo de Azpilicueta y por su pie mágico sacado en el Bernabéu ante Grealish que permitió luego a Rodrygo firmar la majestuosa remontada ante el City de Guardiola. Por si fuera poco, esta noche mágica de París le consagró como el MVP de la 14 y uno de los aspirantes legítimos a luchar por el Balón de Oro. En esa primera parte en la que el empuje y el ímpetu del Liverpool tuvieron al Madrid atrincherado sin soluciones, fue Tibu el que sostuvo de pie a la tropa de Ancelotti con dos paradas para enmarcar. Esa mano abajo a Salah a contrapié y la que le sacó a Mané con un misil raso (una acción que ahora mismo solo está al alcance del belga) permitieron a los blancos llegar vivos y sin daños colaterales al ecuador de la final. Y lo mejor de su increíble repertorio lo dejó para el tramo final con una parada con el antebrazo a un remate a quemarropa de Salah que desesperó al egipcio y que quedará para los restos como una de las mejores intervenciones de un portero en la historia de las finales de la Copa de Europa. Con San Tibu Courtois, el Madrid está en buenos guantes...

Mi ‘Vini’. Saben ustedes que tengo una debilidad especial desde que Vinicius llegó aquí hace cuatro años porque sabía que en este brasileño de sonrisa permanente había un jugadorazo con duende y con talento para hacer historia en este club. Estaba escrito que con sólo 21 años iba a marcar un gol de oro que le diese a su amado Madrid una Copa de Europa. Por cierto, Mbappé no sabe de esto porque no tiene ni una. Quédate en tu jaula de oro. ¡¡¡CAMPEONES!!!