El inconformismo crónico del Madrid
No queda termómetro alguno para París, con partidos previos de una índole bien distinta a la de la final, pero seguro que Ancelotti acabó contento de la goleada ante el Levante. Un Madrid recreativo trituró a un rival que jugó con la alegría que no le correspondía. La crecida del Levante con Lisci se quebró definitivamente en un compromiso que fue incapaz de ensuciar para retrasar el triste veredicto a su temporada. Es equipo de Segunda tras un año de malas decisiones, aunque su talante ofensivo se echará de menos en LaLiga. Al Madrid le favoreció. Todo le fue demasiado fácil, insultantemente sencillo, para nutrirse de buenas sensaciones y esquivar cualquier tipo de percance doloroso. Vallejo volvió a sumar, Mendy fue un todoterreno, Camavinga intervino con enorme verticalidad, Valverde sacó el misil (sin suerte), Rodrygo enseñó su alegría, Vinicius alargó su incidencia goleadora y Benzema dibujó otra actuación cargada de exquisiteces. Los desempeños individuales estuvieron por encima del colectivo porque el Levante dimitió demasiado pronto del encuentro. Desde antes de salir de vestuarios.
Salir al Bernabéu del modo en que lo hizo no encajaba con la necesidad acuciante que tenía el equipo de Lisci. Quiso morir matando, pero a este Madrid no le puedes abrir la puerta. Los espacios entre carrilero y central, la nimia presión adelantada, el insuficiente repliegue defensivo y la escasa pujanza en el área propiciaron una derrota durísima para el Levante. No solo significó el descenso, sino que también deshonró su reacción en este tramo final de temporada. El Madrid no se conformó nunca, empujó por los costados, amenazó desde la larga distancia y circuló el balón con la agilidad adecuada. El tiempo y el espacio fueron de los de Ancelotti, cuya naturalidad se revela también en la tutela grupal de los partidos. Le dan la justa importancia a los golpes recibidos y reconocen las oportunidades que se presentan. Ya solo quedan dos partidos antes de París...
Boquete granota
Posicionamiento defensivo desastroso del Levante. El equipo granota se parte en una presión equivocada y Mendy ve el camino despejado a la espalda de la defensa. Modric le pone el balón en bandeja para encarar a Dani Cárdenas.