El talento mítico de Marcelo

A perpetuidad, el Madrid es un equipo campeón. Ganar es su sino, su forma de ser. Su paso militar en esta Liga no ha conocido oposición por el buen hacer de un equipo más firme que aparente, con una mentalidad entusiasta y una colección de futbolistas mayúsculos perfectamente dirigidos por un entrenador de época. De esta guisa, sin apenas infortunios en su camino, no se le podía escapar un título consecuente con su juego. El colofón liguero ante el Espanyol, club hermano más que nunca en el Bernabéu, resultó tan amable como festivo. No afectaron ni las rotaciones masivas de Ancelotti. Repleto de teloneros, aplaudidos del primero al último, el Madrid acabó de restaurar su hegemonía en el fútbol español con la suficiencia que le ha disparado en el torneo doméstico. Pareció ganar cuando quiso, alimentado por un Rodrygo de postín en la izquierda, un lugar aparejado con lo mejor de su fútbol. Rápido de piernas y de ejecución, se prodigó de forma señalada y fosilizó a Diego López.

En ese costado, se entendió con la alegría de Marcelo y el juicio de Ceballos, de cuyo futuro de blanco la próxima temporada parecen quedar pocas dudas ya. Pero Marcelo despuntó por el significado propio del partido. Era uno de los últimos servicios del lateral brasileño, decisivo en esta década de bonanza del Madrid. Más atacante que defensor, los rasgos del duelo le cayeron a la perfección. La eternidad de su clase siempre conviene, más en encuentros de este pelaje. Marcelo se inventó una asistencia preciosista para Rodrygo en un espacio reducidísimo, jugó con su habitual finura tanto por dentro como por fuera y abogó por dejar detalles de su excelencia técnica. Héroe de otro tiempo, en esta nueva Liga del Madrid apenas ha sido partícipe, pero sobre sus botas y las de otros (Modric, Benzema...) descansa el mito blanco. Ese que no para de dejar episodios para la historia.

Desmarque interior

Marcelo abandona la banda y aparece por dentro para ofrecer una línea de pase a Rodrygo. Todo lo hace en el momento justo, pero su remate posterior se va desviado. El tránsito ofensivo es uno de los sellos distintos del lateral brasileño.