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LA PIZARRA TÁCTICA

Betis y Valencia se ganan el cielo

Soccer Football - Copa del Rey - Copa del Rey - Final - Real Betis v Valencia - Estadio La Cartuja de Sevilla, Seville, Spain - April 23, 2022 Real Betis' Borja Iglesias clashes with Valencia's Carlos Soler REUTERS/Jon Nazca
JON NAZCAREUTERS

La final de Copa trajo un partido gigante, absolutamente maravilloso, que apenas dio tregua y que vivió la traca final de los penaltis. Cada uno a su manera, sin dejarse nada, Betis y Valencia sintieron la final suya por momentos, pero al final solo fue de los de Pellegrini. Sin dudas en los onces y en los planteamientos, arrancó infinitamente mejor el equipo verdiblanco al dar entre líneas con Canales y Fekir y disfrutar de los primeros retazos de la exhibición de Borja Iglesias. William Carvalho y Guido atraían a los centrocampistas del Valencia y los mediapuntas béticos podían recibir entre líneas con cierto desahogo. Si no, lo hacía Borja Iglesias, al que le dio igual medirse a tres centrales. Hubiera podido con los que se pusieran por delante. El Betis instrumentalizó el desarrollo del partido hacia su conveniencia. Hilvanó el juego por dentro, se alargó por las bandas con Bellerín y Álex Moreno y amenazó con los apoyos de su delantero. El Valencia pasó el trago como pudo, bajo una extrema incertidumbre y con el marcador en contra por una jugada que dibujó a la perfección el dominio bético. Pero al Betis le faltó concretar ese segundo gol que hubiera normalizado su hegemonía. En esas se levantó el bloque de Bordalás, al que le hizo un favor la excesiva osadía del Betis con su pretensión de defender siempre hacia delante.

Se puso el Valencia en los pies de Soler y Guedes, materia prima de otro costal. El Valencia es una gran familia, donde el corporativismo es obligado, con dos solistas para cualquier equipo. De un toque del primero nació la transición estupenda del gol de Hugo Duro. Fue otra cosa el Valencia a partir del empate. Soler siempre leyó bien los movimientos a la espalda de William Carvalho y también de Álex Moreno para activar las contras del Valencia. Guedes, de lado a lado, castigó la problemática transición defensiva del Betis. El Valencia se agrandó al espacio y quedó la impresión de que incluso podía haber sido todavía más preciso. A buen seguro que Bordalás no tiene nada que reprochar a los suyos.

El comienzo del segundo tiempo arrastró todavía más una mejor versión del Valencia. El equipo che apretó más arriba, recuperó y hostigó a un Betis en alerta durante demasiado tiempo. Sin estremecerse, soportó un mal rato del que le sacó de nuevo Borja Iglesias. En los apoyos para activar a Fekir y Canales y en las conducciones para orientar hacia el otro lado. Tuvo el Betis la final; también el Valencia, cómo no, a la contra. El partido entró en una montaña rusa que se suavizó en la prórroga, no sin conatos de agitación, con peores resoluciones a causa de una fatiga lógica y el matiz de los cambios, de menos calidad que los que salían. Bryan Gil fue el ejemplo. Estuvo perfecto en sus movimientos, pero nunca eligió bien.

La final tuvo aire reivindicativo para el fútbol español. Ninguno de los equipos se excedió en el repliegue, a ninguno le pudo el miedo, los dos creyeron a ciegas en sus posibilidades. No hay gran trofeo que se precie que no tenga partidos de esta altura. Ganó el Betis, pudo hacerlo el Valencia. Gigantes los dos.

El desajuste inicial

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Fekir y Canales operan con facilidad aparente a la espalda de los centrocampistas del Valencia. Estos salían hacia delante y se abría el espacio entre líneas que a la zaga de tres de Bordalás le costaba corregir. Por ahí se le fue el principio de partido al equipo che.