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Ganar para creer, confiar y convencer

No sé a ti, pero a mí esta semana se me está haciendo muy larga. Va siendo hora de dejar atrás el partido con el Almería y centrar los cinco sentidos en el del próximo domingo contra el Mirandés. Me preguntaban a principio de semana cómo estaba mi estado de ánimo y con sinceridad respondí que fastidiado. ¿Pesimista?; un poco, lo reconozco, porque todavía hoy tengo la sensación de que perdimos una oportunidad grandísima. Y no quiero decir con esto que haya sepultado la esperanza de que el Real Valladolid ascienda directo, ni mucho menos.

Seguimos dependiendo de nosotros mismos y el balón está en nuestro tejado; ahora bien, como sigamos pegándonos más tiros en los pies, adiós. Si hoy estamos un paso por detrás de Almería y Éibar es por demérito propio, ya sea por los groseros errores individuales, o por los sempiternos desajustes defensivos que todavía a estas alturas de temporada se siguen produciendo.

Alimenta mi esperanza ver que nuestros rivales directos no están finos. El Almería demostró muy poco en Zorrilla y el Éibar ha perdido la fiabilidad que durante tantas jornadas le ha servido para mantener el liderato. A estas alturas poco importa jugar bien o mal, hacer más ocasiones que el contrario, o menos, ganar la posesión, o perderla; ahora hay que ser contundentes, efectivos y prácticos.

Por delante el Real Valladolid tiene seis batallas en las que no debería ceder más terreno. Hay que llegar a Ipúrua como mínimo con la posibilidad intacta de superar a los armeros en la clasificación. Por esos hay que ganar, sí o sí, en Miranda; ya no valen más tropiezos porque el cupo está cubierto. Si no ganamos, aunque los números y las matemáticas nos digan que todavía existen opciones de ascender directamente, jugaremos el playoff. Seis batallas para gladiadores, seis batallas para futbolistas que estén al cien por cien de sus facultades físicas; que no se repita el sainete de los centrales, por favor... que jueguen los que de verdad estén bien, que jueguen los que de verdad estén comprometidos, basta de oportunidades gratuitas.

Cabeza fría, sí... pero carácter, también. No podemos dejar escapar más puntos y perder más oportunidades. Necesitamos una victoria para creer, un triunfo para confiar y ganar para convencer.