La contradicción crónica del Madrid

Como ante el PSG, como tantas otras veces, el Madrid resucitó de entre los muertos en un partido increíble en el que estuvo superadísimo por el Chelsea. Su abono anual con la épica sigue sin tener comparación. Parece estar incómodo si no requiere de la misma. No pidan entenderlo, porque no tiene explicación. Los mil milagros de Courtois, los errores de Pulisic y el talento ilimitado de Modric, Vinicius y Benzema fueron su coartada para escapar vivo cuando estuvo sometidísimo. Tuchel reinventó su pizarra y estuvo inmenso en el planteamiento de partido. La presencia de un centrocampista más (Loftus Cheek) dio superioridad al equipo blue en todos los frentes del juego. Le sirvió para emparejarse hombre a hombre en la presión, le sirvió para dominar la segunda jugada y abarcar más campo.

El giro táctico de Tuchel no tuvo esta vez réplica de Ancelotti, que repitió la propuesta de Stamford Bridge. El Madrid quiso jugar con el fondo de maniobra que tenía y se dedicó a la gestión de manera excesiva desde muy pronto ante un rival que inició rápidamente las hostilidades. Alonso fijó a Valverde en la derecha como extremo para que Rüdiger apareciera en la construcción sin oposición. Por dentro se movieron bien Havertz, Mount y Werner, que provocaron saltos sin sentido de Nacho y Alaba que abrieron la puerta a los ataques de los de Tuchel. Las constantes pérdidas de Carvajal y Mendy también originaron grandes transiciones de peligro del equipo inglés.

Con un Chelsea dominante, abrumador en el balón parado, el trazo futbolístico del Madrid se difuminó. No contaba con Vinicius, Kroos estaba confuso y Benzema falló en más acciones de apoyo que nunca frente a las vigilancias extraordinarias de Thiago Silva y Rüdiger. El control, el ataque y la defensa eran cosa del Chelsea, que dio la vuelta a la eliminatoria para perderla después de forma cruel. Kanté puso al Madrid en el camino del gol en las dos jugadas que terminaron de decidir la suerte del duelo, pero nunca hubiera sido posible sin la excelencia de Modric (simplemente emocionante su tramo final de partido) y la pausa para levantar la cabeza de Vinicius. Entre ellos, más la aparición de Rodrygo, la cabeza de Benzema, la energía de Camavinga y el corazón de Lucas Vázquez y Carvajal, el Madrid ahuyentó la caída sin saber cómo otra vez. No le tira nadie cuando lo tiene más complicado, vive en un continua contradicción. De nuevo pasó una eliminatoria siendo peor en el cómputo global de la misma. Está en su naturaleza sobrevivir en condiciones extremas, pero esto no sucederá siempre. Mejor que juegue como en el primer tiempo de Londres al partido que perpetró en el Bernabéu.

Salto y vacío

Nacho sale de zona para encimar a Marcos Alonso. Peca de agresividad, pero además ningún jugador blanco corrige su posición. Werner puede atacar su espalda con un sencillo desmarque de ruptura.