Transfiguración y éxtasis en Stamford Bridge

Cada foto cuenta una historia, decía Rod Stewart en sus mejores tiempos, y de dos fotos trató en buena medida el partido de Stamford Bridge, un año después del que jugaron Chelsea y Real Madrid en el mismo escenario. Repitieron casi todos los jugadores de jugadores, pero el cambio fue radical. Hace un año, el Madrid fue engullido por el veloz y marcial despliegue del equipo inglés, camino del título de campeón de Europa. Se pronosticaron grandes años para el Chelsea y la decadencia del Madrid, plagado de veteranos y algunos jóvenes confusos. Mejor no establecer pronósticos tajantes en el fútbol. En una primera parte tan buena como las mejores que se puedan recordar en el Real Madrid, su tormenta de juego, goles y oportunidades destrozaron al Chelsea.

Partido para guardar y celebrar. Partido coronado por la magistral actuación de Benzema, autor de tres goles en un campo y frente a un rival que figura por derecho en varios de los momentos más inolvidables de los equipos españoles. El Chelsea cerró una época gloriosa del Real Madrid en 1971, en la final de la Recopa. Después del empate, se disputó un segundo partido tres días después. Venció el equipo inglés. Fue la última aparición de Paco Gento en el Real Madrid y el comienzo de una larga travesía. El Madrid, que había ganado seis Copas de Europa entre los años 1956 y 1966, no volvió a obtener un trofeo continental hasta 1985 (Copa de la UEFA).

Karim. El Chelsea exigió partidos tremendos al Barça de Rijkaard y al de Guardiola, goles inolvidables (el punterazo de Ronaldinho, el derechazo de Iniesta, el gol de Fernando Torres en el Camp Nou), momentos de máxima tensión (el marcaje de Del Horno a Messi) y de polémica sin fin (el famoso arbitraje del noruego Ovrebo). La actuación de Karim Benzema pertenece a esta saga de momentos que permanecerán grabados a fuego en la memoria del fútbol, no digamos en la del madridismo.

Tras el pitido final los futbolistas del Real Madrid acudieron al fondo donde estaban los aficionados madridistas en Stamford Bridge.

El desgastado Madrid de la temporada anterior se reencarnó en un equipo lleno de vitalidad y ambición. En el campo estaban Courtois, Militao, Mendy, Casemiro, Modric, Kroos, Benzema y Vinicius. Es cierto que predominó la naturalidad táctica que faltó hace un año. Zidane colocó de carrilero a Vinicius, contestadísimo en aquellos días. Se llegó a pensar en el final de su carrera en el Real Madrid. En su posición natural de extremo izquierda, Vinicius destruyó esta vez a Reece James y Christensen, colaboró con brillantez en los goles y manifestó una vez más el peso de su sociedad con Benzema. Es difícil encontrar alguna mejor en toda Europa.

Benzema se elevó sobre todos y estuvo bien que así fuera. Se dio un merecido homenaje en Inglaterra frente al campeón de Europa, con victoria de gran prestigio. Tiempo atrás, Ronaldo marcó tres goles en Old Trafford frente al Manchester. La hinchada inglesa le despidió entre ovaciones, pero el Real Madrid perdió aquel partido. En Stamford Bridge, no. Venció con un inesperado vértigo en su juego y el más firme de los compromisos colectivos.

Todos jugaron bien, muy bien o maravillosamente. Benzema, por supuesto, y de nuevo Courtois, imperial entre los palos y en las salidas. Los dos mejores del Madrid esta temporada lo acreditaron por todo lo alto en un partido que dejará huella, refrendará la singular conexión del equipo con la Copa de Europa y obligará a una pregunta: ¿Cómo es posible que el desgastado equipo del pasado año reaparezca como un trueno en Stamford Bridge y deslumbre a todo el mundo? Son los misterios del fútbol, productor constante de narrativas impredecibles y de capítulos mágicos. El Madrid protagonizó uno bellísimo en Londres.