Karius, Ulreich, Donnarumma, Mendy…
Al Chelsea se le reprodujeron los defectos, como al PSG en octavos, porque tuvo al Real Madrid enfrente. Eso de entrada. No vale hacer un juicio de los londinenses sin ponderar el excelente partido de los blancos.
En un año, sin embargo, el Chelsea parece haber perdido su figura. Esa misma identidad que le hizo campeón de Europa. El técnico es el primer señalado. Sus decisiones en la alineación (Azpilicueta en la izquierda, Kovacic suplente, Marcos Alonso ni un minuto…) fueron pobres. La identidad como equipo no existió. La defensa dio muestras de debilidad. La presión fue imprecisa.
A todo esto hay que añadir el tremendo error de Edouard Mendy que hizo polvo las aspiraciones inglesas cuando asomaba la luz. Después de Karius, Ulreich y Donnarumma, ya tiene otra víctima en su currículum la presión entusiasta de Benzema. No puede ser casualidad. El ímpetu de Karim es el que le faltó al Chelsea, aquel que le hizo campeón y en un año parece haber desaparecido. Falta comprobarlo en el Bernabéu.