Entiendo que muchos madridistas estén inquietos ante la irregular temporada del Castilla, que le tiene más cerca de los puestos de descenso (a cuatro puntos) que del playoff de ascenso (a nueve). Pero conviene poner en perspectiva el trabajo de Raúl después de 1.000 días al frente del filial. Su principal objetivo es formar jugadores que un día puedan ser parte del primer equipo. Ganar por ganar no es la cuestión, aunque en este club lógicamente la victoria es parte del ADN. Raúl está trabajando con muchos chavales en edad juvenil y la paciencia es necesaria si queremos ver los frutos. No olvidemos que Raúl cogió a los chavales en la Youth League hace dos veranos y logró que levantasen con brillantez la Copa de Europa. Ahí dejó Raúl su sello de buen entrenador.

El problema es que hay jugadores que con Zidane tuvieron protagonismo (Chust, Miguel Gutiérrez, Blanco, Marvin, Arribas...) y ahora no terminan de asimilar su nuevo estatus en la antigua Segunda B. Lo que deben hacer los chavales es apretar los dientes, jugar con el Castilla con la ilusión y el empeño que pondrían si estuviesen ya jugando en el Bernabéu y derribar la puerta, que diría Camacho. Eso es lo que hizo Raúl cuando debutó en La Romareda con 17 años. Una semana después bajó al Madrid C y metió los dos goles de la victoria ante el Móstoles. Y Valdano lo reclutó para siempre...