Un Mundial contra Fellini

"Non ho mai visto una partita di calcio". No vio nunca un partido de fútbol, pero Federico Fellini tenía siempre a mano otra sentencia mucho más amable que debemos elevar a máxima vital, y le robamos para el balompié: el cine no sirve para nada, pero al menos distrae de la realidad, decía el director de Los inútiles.

Me gusta llevar la inutilidad del fútbol al extremo. Hasta convertirla en imprescindible. Lo necesito. El balón no sólo me distrae de la realidad sino que llega a sustituirla, creando una ficción tan real que se puede vivir en ella con la intensidad de un enamorado. Pensemos en un hincha del Espanyol que se pega 600 km para ver a su equipo ilusionado y se topa con una goleada de escándalo y la indolencia de los jugadores a los que fue a animar. Hay que echarle mucha imaginación para aguantar esa pesada verdad tan absolutamente inútil.

Sede de la organización de Qatar 2022.

El Mundial de Qatar ya venía revirado, con sus idus de noviembre, sus presuntos sobornos, sus muertes de obreros y su amenaza contra los derechos humanos, y ahora llega la invasión rusa de Ucrania, con sus dos selecciones pendientes de repechaje. Va a ser muy difícil escapar del eco de esos conflictos, pero el homo balompedicus ha dado vergonzantes lecciones de mirar hacia otro lado en la historia de la Copa del Mundo. De Mussolini pisoteando a Zamora con la bota de sus referís a la represión en la Argentina de los desaparecidos de Videla en 1978 pasando por las Malvinas, donde Argentina e Inglaterra seguían a tiros el día que aquel chavalín que representaba a todos los niños ochenteros de España lanzó una paloma de la paz al cielo de la inauguración del Mundial'82.

Cada vez nos lo ponen más difícil, Qatar 2022 no va a ser un sueño de 8 y medio: la política amenaza siempre al fútbol por la vía de los hechos. Como el amor blanc-i-blau que sirve de gasolina a cientos de pericos ilusos, somos nosotros, los hinchas, los que convertimos el fútbol en pasión política, aunque un abracadabra final acabe sustituyéndola por ese juego inútil que nos hace olvidar cada cuatro años el material viscoso del que esta hecho el mundo.