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Una frase vieja para un equipo nuevo

Nuevo escenario. A veces hay que dar un paso atrás para dar dos hacia delante. Ese pensamiento revoloteó la otra noche en el viejo San Paolo de Nápoles. El Barça llevaba años sin nivel para competir con los grandes ogros de la Champions y su nivel estaba lejos de Bayern, Liverpool, City o PSG. Escalón a escalón, había bajado de la semifinal de Liverpool (2019), a los cuartos de Lisboa ante el Bayern (2020), los octavos ante el PSG (2021) y, finalmente, el KO en la primera fase de este curso, cuando ya no pudo ni con el Benfica. El descenso a los 'infiernos' de la Europa League, la vieja UEFA que no jugaba desde 2004, tuvo un punto de humillación y, sobre todo, de cruda realidad. Sucede, sin embargo, que, en ocasiones, y como decía Del Bosque, "lo que sucede, conviene". Y esta Europa League, que apuntaba a tortura para la institución, puede transformarse en una estupenda oportunidad para recuperar autoestima y sonrisa.

Ilusión contenida. Cuando uno desciende de categoría, como ha sido el caso del Barça, no hay nada mejor que ganarse en el césped el ascenso para estar otra vez en el jardín de los ricos. Ganar la competición sería una manera de mandar un mensaje potente de regreso que coincidiría, además, con la sensación de renacimiento que se produjo en Italia. Tal vez no fue para lo de Laporta, botando con sus directivos a la salida del estadio, desatado. Tal vez, sin embargo, no solo saltaba por eso. Después de años de decadencia y de noches en la lona, en las dos últimas semanas el Barça ha llegado incluso a dar cierta sensación de poderío. Eso es lo que debe tener realmente ilusionado a Laporta. 15 goles y 65 disparos en los cinco últimos partidos, ante rivales de nivel medio-alto como Nápoles, Atlético, Valencia o Espanyol, son números interesantes. Ese multiBarça polifuncional, que marca goles en tres toques y diez segundos, pero también después de pasarse el balón más de un minuto, es agradable de ver. El Barça transmite algo nuevo que ya no era posible ni con Messi. La regeneración también pasaba por eso. Todos, hasta Messi, estaban agotados de una fórmula que no daba para más. Su marcha ha cambiado jerarquías y, sobre todo, permite expresarse más libremente a jóvenes (y no tan jóvenes) que jugaban bajo el corsé del argentino. Es un nuevo Barça, sin privilegios. Eso sí, con viejos capitanes que han ido de humillación en humillación durante años, se han remangado y quieren darse una alegría al cuerpo. A veces, hay que dar un paso atrás para dar dos adelante.