Últimas tardes con Arda

Salió tan feliz el Barça de Nápoles que, ahora mismo, más si el rival es el Galatasaray (55 en el ranking UEFA), cuesta decir que no sea favorito en cualquier eliminatoria de la Europa League. Al menos, hasta que llegue, si toca, al rey de la competición, el Sevilla. Tal vez este descenso a los infiernos resulte una bendición para este equipo, que se ha sabido en la zona cero hace muy poco y del que se aprecia el inicio de una reconstrucción. El famoso fin de la degradación del que habló Laporta en su discurso de final de año. El equipo sacó músculo en el viejo San Paolo con esa mezcla contragolpe salvaje con Adama guiando al pueblo y el fútbol dulce de De Jong y Pedri. Veteranos ganadores con rabia acumulada por tanta derrota, jóvenes que están en una nube porque les salen las cosas. Y una afición que, mucho tiempo después, tal vez desde que se fue Neymar, recupera la sonrisa y se siente identificada con la pasión que le ponen los jugadores en el campo y cómo se expresan.

Si el Galatasaray no es una perita en dulce, se le parece mucho, aunque es cierto que los turcos tienen información reservada y muy reciente. Allí se ha marchado cedido Iñaki Peña. El entrenador, además, es Domenec Torrent, buen conocedor también del método de Xavi. También juegan Marcao, la sensación turca Kerem Akturkoglu o el rumano Cicaldau. Aunque el morbo, por supuesto, lo pone Arda Turan, que a sus 35 años es un jugador residual en el entrañable Galata. Su fichaje, uno de los más ruinosos de la historia del club, cierra el círculo en esta eliminatoria que el Barça debería pasar, con respeto, casi silbando.