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Las convicciones de Djokovic

Novak Djokovic rompió su silencio en la BBC, un mes después de su expulsión de Australia, para aclarar que no tiene previsto vacunarse contra el coronavirus a corto plazo, aunque eso le suponga renunciar a su pulso histórico en el Grand Slam. Su revelación desmiente la noticia lanzada por el autor de su biografía, Daniel Müksch, que dejó caer que Nole meditaba inmunizarse, motivado por la victoria de Rafa Nadal en Melbourne. Quien rascó más allá de las palabras de Müksch, con escasa relación con el equipo de Djokovic, y contactó con el entorno del número uno, como fue el caso de AS, pudo comprobar la extrañeza de sus allegados ante semejante aseveración. Una cosa es que al serbio le “hierva la sangre”, como dijo Fabio Fognini, después de ver que el español le había aventajado en la carrera por los grandes, que seguro que es verdad, porque Djokovic es un animal competitivo, y otra diferente es pensar que Nole iba a renunciar a sus fuertes convicciones de un día para otro.

Djokovic es consciente de que tiene un grave problema para continuar en el circuito, porque el virus le cierra fronteras. De entrada, no podrá disputar en marzo los Masters 1.000 de Miami e Indian Wells. Pero ha puesto en una balanza sus principios y su deporte, y ha optado por mantenerse firme en su creencia de que las actuales vacunas son perjudiciales para su salud: “Mi cuerpo es más importante que cualquier título”. Al margen de que podamos compartir o no su filosofía, de que pensemos, con razón, que un no vacunado es un riesgo para la convivencia, o que no entendamos que sacrifique su carrera, hay que admitir que Djokovic es consecuente con sus pensamientos. Aunque si lo hubiera sido también en enero y no hubiera viajado a Australia, el actual escándalo no existiría. Nole acudió al primer Grand Slam porque su ambición competitiva, ahora camuflada, guiaba sus pasos. Hoy renuncia a pujar por la gloria del tenis, aunque en el fondo lo que espera es que las políticas contra la pandemia se relajen con la bajada de contagios y las puertas se reabran más pronto que tarde.